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La Seleccion - Kiera Cass

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Capítulo 13

En realidad no tuve mucho tiempo de avergonzarme o de preocuparme. Cuando

a la mañana siguiente mis doncellas me vistieron con toda normalidad, supuse

que podía presentarme al desayuno. El simple hecho de permitirme asistir era un

gesto de amabilidad inesperada por parte de Maxon: me ofrecía una última

comida, un último momento como una de las seleccionadas.

Cuando estábamos a medio desay uno, Kriss reunió el valor para preguntarme

por nuestra cita.

—¿Qué tal fue? —preguntó en voz baja, tal como se suponía que teníamos

que hablar durante las comidas. Pero aquellas tres breves palabras provocaron

una reacción inmediata, y todas las que estaban lo suficientemente cerca como

para oír aguzaron el oído.

Respiré hondo.

—Indescriptible.

Las chicas se miraron unas a otras, a la espera de más.

—¿Cómo se comportó? —preguntó Tiny.

—Humm —intenté escoger las palabras con cuidado—. Muy diferente de

cómo me esperaba.

Esta vez los murmullos se extendieron por toda la mesa.

—¿Lo haces aposta? —protestó Zoe—. Si es así, es de lo más rastrero.

Negué con la cabeza. ¿Cómo podía explicarlo?

—No, es que…

Pero una serie de ruidos confusos procedentes del otro lado del pasillo me

interrumpieron, lo que evitó que tuviera que buscar una respuesta.

Los gritos eran raros. En mi breve estancia en palacio, no había oído ni un

sonido que se acercara siquiera a aquel volumen. Acto seguido se oyeron los

pasos rítmicos de los guardias en el suelo, las enormes puertas al abrirse y el

tintineo de los cubiertos contra los platos. Aquello era un caos absoluto.

La familia real entendió lo que sucedía antes que nosotras.

—¡Al fondo de la sala, señoritas! —gritó el rey Clarkson, que corrió hacia una

ventana.

Estábamos confundidas, pero no queríamos desobedecer, y nos trasladamos

lentamente hacia la cabecera de la mesa. El rey bajó una persiana, pero no era

de las usadas para tapar la luz.

Era metálica, y se ajustó en su posición definitiva con un chirrido. Maxon

acudió a su lado y bajó otra. Y, a su lado, la encantadora y delicada reina se

apresuró a bajar la siguiente.

Entonces llegó una oleada de guardias a la sala. Vi una serie de ellos en

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