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Bariel, pero sabía que eso era mentira. Antes habría que arrancarle la corona de
las manos.
—No te puedes imaginar qué alivio —repuso él. Parecía sincero.
Tardé un momento en saber qué responder, como si aquello no fuera
exactamente lo que me esperaba, y además estaba muy concentrada en no
caerme. No sabía muy bien cómo bajar escaleras cogida del brazo de alguien.
Los tacones no ayudaban nada. Por lo menos, si me resbalaba, alguien me
agarraría.
—Yo diría que habría resultado útil —dije, cuando llegamos al primer piso y
recuperé la estabilidad—. Quiero decir que tiene que ser complicado escoger a
una chica de entre tantas. Si las circunstancias eliminaran a algunas de la criba,
¿no haría eso más fácil la elección?
Maxon se encogió de hombros.
—Supongo que sí. Pero y o no lo vi así, te lo aseguro —de algún modo,
parecía dolido—. Buenas noches, caballeros —saludó a los guardas, que abrieron
las puertas del jardín sin vacilar.
Quizá tuviera que replantearme la oferta de Maxon de decirles que me
gustaba salir. La idea de poder escapar con aquella facilidad resultaba de lo más
atractiva.
—No lo entiendo —dijo, mientras me conducía a un banco (a nuestro banco)
y me hacía sentar de cara a las luces del palacio.
Él se sentó con el cuerpo orientado en dirección contraria, de modo que
estábamos prácticamente encarados. Así era fácil hablar.
No parecía muy seguro de compartir sus pensamientos, pero tomó aire y
habló:
—A lo mejor he pecado de orgulloso, pero se me ha ocurrido pensar que
quizá valga la pena correr algún riesgo para estar conmigo. No es que se lo desee
a nadie, claro —precisó—. No quiero decir eso. Pero… no sé. ¿No veis todas el
riesgo que corro y o?
—Hmmm, no. Tú tienes aquí a tu familia para pedirle consejo, y todas
nosotras vivimos siguiendo tus horarios. En tu vida no ha cambiado nada, y la
nuestra cambia constantemente de la noche a la mañana. ¿Qué riesgo podrías
estar corriendo?
Maxon parecía estupefacto.
—America, yo tendré a mi familia, pero imagínate lo embarazoso que puede
ser tener a tus padres observándote mientras tú intentas empezar a salir con una
chica. Y no solo a tus padres: ¡todo el país! Peor aún, ni siquiera se trata de salir
con alguien de un modo normal.
» ¿Y lo de vivir siguiendo mis horarios? Cuando no estoy con vosotras, estoy
organizando a las tropas, legislando, ajustando presupuestos…, y últimamente eso
lo hago solo, mientras mi padre observa cómo voy dando palos de ciego, como