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La Seleccion - Kiera Cass

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determinación aquí puede resultar peligrosa.

—No le tengo miedo a ese « traje» —dijo, en tono de mofa.

Alcé la mirada, casi divertida ante el rumbo que tomaba aquello. Siempre me

había preocupado que alguien me quitara a Aspen. Me sentía culpable por que

me gustara verle preocupado en relación con que alguien pudiera quitarle a su

chica, a mí, para variar.

—Muy bien. Dijiste que no le querías…, pero debe de gustarte un poco para

que estés dispuesta a quedarte, ¿no?

Bajé la cabeza.

—La verdad es que sí —asentí—. Es mejor de lo que me esperaba.

Él se quedó pensando un momento, asimilando la noticia.

—Supongo que eso significa que tendré que luchar más duro de lo que

pensaba —dijo, dirigiéndose a la puerta.

Antes de cerrar la puerta, me guiñó un ojo.

—Buenas noches, Lady America.

—Buenas noches, soldado Leger.

La puerta se cerró, y la sensación de paz fue sobrecogedora. Desde el inicio

de la Selección, me había preocupado que todo aquello se convirtiera en algo que

me arruinara la vida. Sin embargo, en aquel momento no creí que pudiera haber

nada mejor.

Por la mañana, mis doncellas entraron en la habitación, demasiado temprano

para mi gusto, y me despertaron. Anne corrió las cortinas y, en el momento en

que la luz cay ó sobre mí, tuve la sensación de que aquel era realmente mi primer

día en palacio.

La Selección y a no era algo que me estuviera ocurriendo sin más, sino que

era algo de lo que y o participaba activamente. Era parte de la élite. Aparté las

sábanas y me incorporé de un salto al nuevo día.

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