Estudios Sociales âla Caixaâ
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porque la complejidad de las organizaciones, tanto más en la sociedad del<br />
conocimiento, requiere una gestión cualificada, y porque nuestras sociedades<br />
han eliminado la compra y transmisión de los cargos; esta práctica cesó, primero<br />
y totalmente, en los públicos, y, después, en buena parte de los privados.<br />
De hecho, la sociedad del conocimiento propicia una permeabilidad de ida y<br />
vuelta entre el sector profesional y el sector directivo como no lo había hecho<br />
la sociedad industrial entre el directivo y el propietario, lo que permite hablar<br />
del conjunto como una única clase social.<br />
Así pues, la escuela es –como muchos decían y algunos todavía dicen– un<br />
instrumento del capital, pero no del capital económico sino del capital cultural,<br />
escolar. Un viaje de ida y vuelta, por cierto, obligado para una parte de<br />
las ciencias sociales, pero innecesario por entero para el sentido común, pues<br />
qué podía esperarse sino que triunfaran en la escuela quienes ya traían de casa<br />
un capital escolar. Este capital cultural o escolar, que unas familias poseen y<br />
otras no, es objeto de una distribución tan desigual y probablemente tan injusta<br />
como la del económico (la propiedad) o el organizacional (la autoridad),<br />
con el problema añadido de que cuando no se posee, no se puede transmitir,<br />
pero cuando se posee no es seguro que se transmita: de ahí que el fracaso escolar<br />
alcance, aunque sea en escasa medida, a las clases medias y cultas. Este<br />
hecho, por un lado, facilita su conversión en un problema público, cuya importancia<br />
se acrecienta cuanto más exigente es la sociedad del conocimiento<br />
y cuanto mayor es la deslegitimación del saber escolar por el mayor acceso al<br />
conocimiento (de todo tipo) de la sociedad; y, por otro, le otorga una pátina<br />
meritocrática, pues se trata de un privilegio que no se puede transmitir enteramente<br />
a voluntad. En todo caso, su posesión no es una mera consecuencia de<br />
la posesión del capital económico, no es un mero epifenómeno ni una mera<br />
legitimación de éste, sino que tiene una dinámica propia, constreñida por unas<br />
características específicas (diferentes formas de adquisición, de acumulación,<br />
de valorización, de transmisión, de deterioro…) y configurada por las reglas<br />
del juego, en parte compartidas y en parte producto del equilibrio entre las<br />
fuerzas implicadas y sus estrategias. (3)<br />
Merece una reflexión aparte la pauta de fracaso y abandono de los gitanos.<br />
Sabemos por informes diversos, nunca exactos en sus datos, ya que no existe<br />
(3) Tesis, por cierto, que ya fue defendida por Lerena (1976), aunque con otra terminología y sin que se le prestara<br />
la atención que sin duda merecía.<br />
180 FRACASO Y ABANDONO ESCOLAR EN ESPAÑA