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AL OTRO LADO DEL ESPEJO - José María Álvarez

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luces de Asia, Uskúdar. Fui feliz, absolutamente feliz,<br />

radiantemente feliz, y para siempre.<br />

Habrá que ir a Estambul.<br />

¿No la conoce usted?<br />

No.<br />

Me lo cuenta después.<br />

272<br />

<strong>AL</strong> <strong>OTRO</strong> <strong>LADO</strong> <strong>DEL</strong> <strong>ESPEJO</strong>. JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ<br />

Lo haré. ¿Por qué no me habla ahora de Budapest, de<br />

aquella fiesta?<br />

Sí. Ah, sí. No, lo que sucedió fue que nos encontramos con<br />

el grupo de Fleisher, con Raquel Welch, con Oliver Reed, con<br />

Mark Lester, que estaban rodando EL PRINCIPE Y EL MENDIGO,<br />

y bueno, nos reuníamos por la noche en el bar de abajo<br />

del Gellért, y salíamos con el alba. Como para el grupo no regían<br />

ni horarios ni cierres socialistas, ni ninguna otra historia<br />

deplorable, pues pasamos noches magníficas. Una noche, Oliver<br />

Reed estaba muy borracho, y todos más o menos como él,<br />

además llegó Amilibia, que iba a hacer un reportaje de la película,<br />

y un fotógrafo francés que tocaba muy bien el piano, y entonces<br />

se improvisó un combo, y David Hemmings se puso en<br />

la batería, y fue realmente formidable. ¿Sabe usted que por poco<br />

detiene la policía a Eduardo? Sí, estaba tan borracho que no se<br />

le ocurrió otra cosa que... Bueno, creo que ni se dio cuenta.<br />

Estábamos metidos de lleno en la fiesta, yo me había ido a bailar<br />

con Raquel Welch y Eduardo estaba en un diván con una<br />

starless. De pronto voy a por unas copas Y cuando regreso no<br />

veo a Eduardo. Pregunto por él, y la joven me indicó que había<br />

salido a los lavabos. Pensé que podía estar mal, y fui. Y cuando<br />

entré me lo encuentro, apoyado con una mano en el espejo,<br />

con los pantalones caídos en el suelo, y echándose agua con la<br />

otra mano sobre aquel instrumento que la dama del diván, pese<br />

al alcohol ingerido, había logrado inquietar. Me acerqué y le dije<br />

que se pusiera los pantalones, porque podía entrar alguien. Y<br />

cuando estábamos en esa discusión, apareció una señora de la<br />

limpieza, que demudada, salió corriendo en busca de la policía.

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