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AL OTRO LADO DEL ESPEJO - José María Álvarez

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<strong>AL</strong> <strong>OTRO</strong> <strong>LADO</strong> <strong>DEL</strong> <strong>ESPEJO</strong>. JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ<br />

sus mismas cosas de siempre. Ah, l’amour toujours<br />

recommencé! Parece que vuelve, nunca le he visto trasladarse<br />

de una forma tan suave como hoy. Creo que ha decidido resumir<br />

algo, expresar lo que no sucede nunca, ese sueño que explica<br />

su contradicción. Los traumas de su clase, de la nuestra, sin<br />

duda; también una genealogía apasionante.<br />

...<br />

Pablo, Lupín diría, poeta de guante blanco, corbata viva de seda<br />

natural y ojos delicuescentes: todo un producto aleatorio, la<br />

poesía valorando el producto, dando un mayor cauce a la demanda<br />

para complicar la oferta. Revulsivos diversos o el teatro<br />

de Colosimo. Él, en aquel tiempo, ofreciendo todo un mundo<br />

en el que sólo él mismo podía ser mediador. Tratóse de un<br />

verdadero medium.<br />

...<br />

Posiblemente desde Petipa y Diaghilev no se había visto un<br />

montaje escenográfico así; la psicología, este héroe moderno,<br />

tiene su secuela fantástica; sin embargo, para que tuviera vigencia<br />

dentro del drama que vamos a representar (¿o empieza<br />

ya?) sería necesario trasladar los diversos planos de la fiesta a<br />

un carnaval, donde las máscaras tuvieran una función explicativa<br />

como imágenes puras, donde cada personaje tuviera que<br />

hacer y decir según su aspecto. Los coros, las furias, los marinos<br />

borrachos, las mujerzuelas, los criados, las gentes del pueblo<br />

y, finalmente, los saboteadores de la realidad, deberían agruparse<br />

alrededor de tronos similares, de manera que sus alegatos<br />

y parlamentos funcionaran de un modo común al igual que las<br />

distintas máquinas diabólicas no deberían ser símbolos de la<br />

época, sino verdaderos artefactos capaces de devorar a los actores.<br />

Sin duda la danza vendría a dar resonancia a la pasión,<br />

exagerando, a través del mismo, los sueños que los personajes<br />

no se atreven a realizar para no descubrir la tensión dramática.<br />

Por otro lado, la concupiscente proyección de películas mudas<br />

sobre cuerpos desnudos de algunos actores o sobre cortinas de<br />

humo, vendría a reseñar la posibilidad de dejar el escenario y<br />

continuar la obra en la platea o en medio de la calle. A su vez,<br />

las luces de algunos reflectores incidirían sobre el patio de butacas<br />

para que el pueblo no pudiera tener conciencia real de lo<br />

que estaba pasando en el escenario. Finalmente, el haz de un

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