Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

V. LA EXHORTACIÓN EN LA CONGREGACIÓN (3:1–11)
3:1 Tito debía también recordar a los creyentes en las asambleas en Creta sus
responsabilidades para con su gobierno. El enfoque cristiano es que todos los gobiernos son
ordenados por Dios (Ro. 13:1). Un régimen puede ser muy acristiano o incluso
anticristiano, pero cualquier gobierno es mejor que ningún gobierno en absoluto. La
ausencia de gobierno es anarquía, y la gente no puede sobrevivir largo tiempo bajo ella.
Aun si un gobernante no conoce personalmente a Dios, sigue siendo «el ungido del Señor»
en su posición oficial, y debería ser respetado como tal. Los cristianos deberían ser
obedientes a los gobernantes y a las autoridades. Pero si un gobierno abandona la esfera
que Dios le ha encomendado y ordena a un creyente que desobedezca a Dios, entonces el
creyente debe rehusar sobre la base de Hechos 5:29: «Hay que obedecer a Dios antes que a
los hombres».
Si se le castiga, debería aceptar el castigo con mansedumbre, como para el Señor.
Nunca debería unirse a una rebelión contra el gobierno ni tratar de derribarlo por la
violencia.
EL CRISTIANO Y ESTE MUNDO
Los creyentes debieran obedecer las leyes, incluyendo las leyes de tráfico, y pagar
sus impuestos y otros tributos. En suma, deberían ser súbditos obedientes a las leyes,
respetuosos y obedientes. Sin embargo, hay tres áreas en las que los cristianos difieren
considerablemente acerca de su responsabilidad apropiada. Son el tema de las
votaciones, de buscar un cargo electo y de ir a la guerra con las fuer-zas armadas.
Con respecto a los primeros dos puntos, hay las siguientes útiles guías que se
establecen en la Biblia:
1. Los cristianos están en el mundo, pero no son del mundo (Jn. 17:14, 16).
2. Todo el sistema del mundo está en manos del maligno, y ha sido condenado por
Dios (1 Jn. 5:19b; 2:17; Jn. 12:31).
3. La misión cristiana no es mejorar el mundo, sino cuidar de que los hombres sean
salvos fuera de tal sistema.
4. En tanto que el creyente es casi inevitablemente ciudadano de algún país terrenal, su
ciudadanía primordial está en el cielo —hasta tal punto que debe considerarse como
peregrino y extranjero aquí abajo (Fil. 3:20; 1 P. 2:11).
5. Ningún soldado en activo debería enredarse en los asuntos de esta vida, para no
desagradar a quien le ha alistado (2 Ti. 2:4).
6. El Señor Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo» (Jn. 18:36). Como Sus
embajadores, deberíamos representar esta verdad al mundo.
7. La política, por su misma naturaleza, tiende a ser una actividad muy corrompida. Los
cristianos deberían separarse de iniquidad (2 Co 6:17, 18).
8. Al votar, un cristiano debería votar normalmente por un hombre al que se le
considera recto y honrado. Pero a veces es la voluntad de Dios exaltar a los más bajos de
los hombres (Dn. 4:17). ¿Cómo podemos conocer y obedecer la voluntad de Dios en tales
casos?
La otra cuestión es si un creyente debe ir a la guerra cuando su país se lo ordena. Hay
poderosos argumentos de ambos lados, pero me parece a mí que el conjunto de la