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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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Nos hacemos pescadores <strong>de</strong> hombres siguiendo a Cristo. Cuanto más seamos<br />

semejantes a Él, tanto más éxito tendremos en ganar a otros para Él. Nuestra<br />

responsabilidad es seguirle: Él ya se cuidará <strong>de</strong> lo <strong>de</strong>más.<br />

1:19–20 Un poco más a<strong>de</strong>lante, el Señor Jesús encontró a Jacobo y a Juan, hijos <strong>de</strong><br />

Zebe<strong>de</strong>o, que estaban remendando las re<strong>de</strong>s. Tan pronto como los llamó, ellos se<br />

<strong>de</strong>spidieron <strong>de</strong> su padre y se fueron en pos <strong>de</strong>l Señor.<br />

Cristo sigue llamando a los hombres a que lo <strong>de</strong>jen todo y le sigan (Lc. 14:33). No se<br />

les <strong>de</strong>be permitir ni las posesiones ni a los padres que impidan la obediencia.<br />

C. Un Espíritu Inmundo echado fuera (1:21–28)<br />

Los versículos 21–34 <strong>de</strong>scriben un día normal en la vida <strong>de</strong>l Señor. Un milagro seguía a<br />

otro al ir el Gran Médico sanando a los en<strong>de</strong>moniados y a los enfermos.<br />

Los milagros <strong>de</strong> sanidad <strong>de</strong>l Salvador ilustran cómo Él libera a los hombres <strong>de</strong> los<br />

temidos resultados <strong>de</strong>l pecado. Esto queda ilustrado en la tabla adjunta.<br />

Aunque el predicador <strong>de</strong>l evangelio no sea llamado en la actualidad a obrar estos actos<br />

<strong>de</strong> sanidad física, está llamado constantemente a hacer frente a sus correspondientes<br />

dolencias espirituales. ¿Acaso no son éstas las mayores obras que mencionó el Señor Jesús<br />

en Juan 14:12: «El que cree en mí, las obras que yo hago, también él las hará; y aún hará<br />

mayores que éstas»?<br />

1:21–22 Pero volvamos ahora a la narración <strong>de</strong> Marcos. En Capernaúm, Jesús entró en<br />

la sinagoga, y comenzó aquel sábado a enseñar. Los concurrentes se apercibieron <strong>de</strong> que<br />

no se trataba <strong>de</strong> un maestro ordinario. Había un verda<strong>de</strong>ro po<strong>de</strong>r en Sus palabras, a<br />

diferencia <strong>de</strong> los escribas, que iban recitando mecánicamente. Sus sentencias eran saetas<br />

<strong>de</strong>l Omnipotente; Sus lecciones impactaban, convencían y <strong>de</strong>safiaban. Los escribas eran<br />

dispensadores <strong>de</strong> una religión <strong>de</strong> segunda mano. No había irrealidad en la enseñanza <strong>de</strong>l<br />

Señor Jesús. Tenía <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>cir lo que <strong>de</strong>cía, porque vivía lo que enseñaba.<br />

Todo aquel que enseña la Palabra <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>bería hablar con autoridad o no hablar en<br />

absoluto. Dice el Salmista: «Yo creí, por tanto he hablado» (Sal. 116:10, V.M.). Pablo se<br />

hizo eco <strong>de</strong> estas palabras en 2 Corintios 4:13. Su mensaje nacía <strong>de</strong> una profunda<br />

convicción.<br />

1:23 En la sinagoga <strong>de</strong> ellos había un hombre en<strong>de</strong>moniado, en quien habitaba un<br />

<strong>de</strong>monio. Este <strong>de</strong>monio es <strong>de</strong>scrito como un espíritu inmundo. Esto significa<br />

probablemente que el espíritu manifestaba su presencia llevando al hombre a la impureza<br />

física o moral. Que nadie confunda la posesión <strong>de</strong>moniaca con varias formas <strong>de</strong> locura.<br />

Ambas cosas son separadas y distintas. Una persona poseída por un <strong>de</strong>monio es en realidad<br />

habitada y controlada por un mal espíritu. Esta persona pue<strong>de</strong> llevar a cabo frecuentemente<br />

actos sobrenaturales y a menudo se vuelve violenta o blasfema cuando se la confronta con<br />

la Persona y obra <strong>de</strong>l Señor Jesucristo.<br />

1:24 Observemos que el mal espíritu reconoció a Jesús y habló <strong>de</strong> Él como el nazareno<br />

y el Santo <strong>de</strong> Dios. Observemos también el cambio <strong>de</strong> pronombre, <strong>de</strong>l plural al singular:<br />

«¿Qué tenemos que ver contigo …? ¿Has venido a <strong>de</strong>struirnos? Sé quien eres…» Al<br />

principio, el <strong>de</strong>monio habla como si fuese unido al hombre; luego habla por sí mismo.<br />

1:25–26 Jesús no estaba dispuesto a aceptar el testimonio <strong>de</strong> un <strong>de</strong>monio, ni siquiera si<br />

era verda<strong>de</strong>ro. Por esta causa, or<strong>de</strong>nó al espíritu malo, ¡Cállate!, y a renglón seguido que

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