Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

Dios nos ha aceptado en la Persona de Su Hijo, que estamos tan cercanos y somos tan
queridos para Dios como Cristo lo es.
Si Filemón consideraba a Pablo como compañero, como uno con quien estaba en
comunión, entonces el apóstol le pide que reciba a Onésimo sobre la misma base. Esto no
demanda que Onésimo fuese tratado como un invitado perpetuo en la familia y sin
obligación de trabajar. Seguiría siendo un siervo en el hogar, pero uno que pertenecía a
Cristo y que por ello mismo era un hermano en la fe.
V. 18 El apóstol no dice que Onésimo hubiese robado nada de Filemón, pero este
versículo sugiere esta posibilidad. Desde luego, el robo era uno de los pecados capitales de
los esclavos. Pablo está dispuesto a aceptar la responsabilidad por cualquier pérdida que
Filemón pudiese haber sufrido. Reconoce que se ha de hacer restitución. La conversión de
Onésimo no cancelaba sus deudas con quien las tuviese. De modo que Pablo le dice a
Filemón: Ponlo a mi cuenta.
No podemos leer esto sin recordar la enorme deuda que habíamos contraído como
pecadores, y cómo todo fue puesto a cuenta del Señor Jesús en el Calvario. Él pagó la
deuda de una manera plena cuando murió como nuestro Sustituto. También se nos recuerda
aquí el ministerio de Cristo como nuestro Abogado. Cuando Satanás, el acusador de los
hermanos, nos trae acusaciones por los males que hemos cometido, nuestro bienaventurado
Señor viene a decir: «Ponlo a mi cuenta». La doctrina de la reconciliación queda ilustrada
en este libro. Onésimo había quedado apartado de Filemón por actuar mal. Por medio del
ministerio de Pablo (según tenemos todas las razones para creer) quedó eliminada la
distancia y la «enemistad». El esclavo quedó reconciliado con su amo. Así estábamos
nosotros alejados de Dios por causa de nuestro pecado. Pero por medio de la muerte y
resurrección de Cristo se ha quitado la causa de la enemistad, y los creyentes han sido
reconciliados con Dios.
V. 19 Generalmente, Pablo dictaba sus cartas a alguien, y escribía sólo las líneas finales
de su mano. No podemos estar seguros de si escribió toda esta carta de propia mano, pero
en este punto, al menos, tomó la pluma, y en su familiar escritura se comprometió a pagar
cualquier deuda en que Onésimo hubiese incurrido. Haría esto a pesar de que Filemón tenía
una gran deuda para con él. Pablo lo había llevado al Señor. Le debía su vida espiritual
como apóstol, por lo que toca al instrumento humano. Pero Pablo no le apremiaría al pago
de la deuda.
V. 20 Dirigiéndose a Filemón como hermano, el anciano Pablo pide sólo algún
beneficio en el Señor, algún refrigerio en Cristo. Está rogando que Onésimo sea recibido
con gentileza, que sea perdonado y restaurado a su puesto de servicio en la familia — no
como esclavo ahora, sino como hermano en la familia de Dios.
IV. OBSERVACIONES FINALES (vv. 21–25)
V. 21 El apóstol estaba confiado en que Filemón haría aun más de lo que le pedía. Él
mismo había sido libremente perdonado por Cristo. Y evidentemente no haría menos él por
Onésimo. Tenemos así una vívida ilustración de Efesios 4:32: «Antes bien, sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os
perdonó a vosotros en Cristo».
V. 22 Pero, ¿cómo iba Pablo a conocer cómo había tratado Filemón a Onésimo?
Esperaba visitar Colosas y alojarse en casa de Filemón. Esperaba ser liberado por las