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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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que atraen a la mirada física, sino aquellas profundas y permanentes excelencias que atraen<br />

al espíritu. Las glorias <strong>de</strong>l Calvario eclipsan <strong>de</strong> lejos a las glorias <strong>de</strong>l Sinaí.<br />

3:10 Aunque en un sentido la ley fue gloriosa, cuando se compara con la gloria más<br />

eminente <strong>de</strong>l <strong>Nuevo</strong> Pacto, no fue en realidad gloriosa. Este versículo nos da una<br />

contrastada comparación y dice que cuando ambos pactos son puestos uno al lado <strong>de</strong>l otro,<br />

uno <strong>de</strong> ellos eclipsa totalmente al otro; es <strong>de</strong>cir, el <strong>Nuevo</strong> Pacto sobrepasa al Viejo. Dice A.<br />

T. Robertson: «La mayor gloria empaña a la menor. En un punto, al menos, el viejo no<br />

parece haber tenido gloria en absoluto, <strong>de</strong>bido a la superabundante gloria <strong>de</strong>l nuevo pacto».<br />

Y Denney: «Cuando el sol resplan<strong>de</strong>ce con toda su fuerza, no hay otra gloria en el cielo».<br />

3:11 Porque si lo que es pasajero tuvo [lit., fue con] gloria, mucho más aquello que<br />

permanece en gloria (lit.). Deberíamos observar las dos preposiciones, con y en. El<br />

pensamiento es que la gloria acompañó a la promulgación <strong>de</strong> la ley, pero que es el elemento<br />

mismo <strong>de</strong>l <strong>Nuevo</strong> Pacto. La gloria asistió cuando se promulgó el Viejo Pacto, pero el<br />

evangelio <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong> Dios es glorioso por sí mismo.<br />

Contrasta también el carácter transitorio y fugaz <strong>de</strong> la ley con el carácter permanente<br />

<strong>de</strong>l evangelio. Lo que es pasajero solamente pue<strong>de</strong> referirse a los Diez Mandamientos —<br />

«el ministerio <strong>de</strong> muerte grabado con letras en piedras» (v. 7) —. Así, este versículo refuta<br />

las pretensiones <strong>de</strong> los Adventistas <strong>de</strong>l Séptimo Día, que dicen que lo que ha quedado<br />

invalidado es la ley ceremonial, pero no los Diez Mandamientos.<br />

3:12 La esperanza a la que se refiere Pablo aquí es la aguzada convicción <strong>de</strong> que la<br />

gloria <strong>de</strong>l evangelio nunca se <strong>de</strong>svanecerá ni se empañará. Debido a esta intensa<br />

certidumbre, habla la palabra con mucha franqueza. Nada tenía que ocultar. No hay razón<br />

para usar velo alguno. En muchas religiones <strong>de</strong>l mundo actual hay supuestos misterios. Los<br />

nuevos convertidos han <strong>de</strong> ser iniciados en estos profundos secretos. Pasan <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n al<br />

siguiente. Pero con el evangelio no es así. Todo es claro y todo está abierto. El evangelio<br />

habla con llaneza y plena seguridad acerca <strong>de</strong> cuestiones como la salvación, la Trinidad, el<br />

cielo y el infierno.<br />

3:13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su propio rostro, para que los<br />

hijos <strong>de</strong> Israel no fijaran la vista en el fin <strong>de</strong> aquello que era pasajero. El trasfondo <strong>de</strong>l<br />

versículo 13 se encuentra en Éxodo 34:29–35. Allí apren<strong>de</strong>mos que cuando Moisés<br />

<strong>de</strong>scendió <strong>de</strong>l Monte Sinaí, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado en presencia <strong>de</strong>l Señor, no sabía que su<br />

rostro resplan<strong>de</strong>cía. Los hijos <strong>de</strong> Israel tuvieron miedo <strong>de</strong> acercarse a él <strong>de</strong>bido a la gloria<br />

<strong>de</strong> su rostro. Pero él les invitó a que se acercasen, y así lo hicieron. Luego les dio como<br />

mandamientos todo lo que el Señor le había mandado. En Éxodo 34:33 leemos: «Cuando<br />

Moisés acabó <strong>de</strong> hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro». En 2 Corintios 3:13, el<br />

apóstol explica por qué Moisés hizo esto: para que los hijos <strong>de</strong> Israel no fijaran la vista<br />

en el fin <strong>de</strong> aquello que era pasajero. Estaba ya entonces <strong>de</strong>svaneciéndose, y Moisés no<br />

quería que viesen el fin <strong>de</strong> aquello. No es que Moisés quisiera velar la gloria misma, sino el<br />

<strong>de</strong>svanecimiento <strong>de</strong> la gloria. F. W. Grant lo ha dicho <strong>de</strong> forma muy hermosa: «La gloria<br />

sobre el rostro <strong>de</strong> Moisés ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar paso a la gloria <strong>de</strong> otro Rostro». Esto ha tenido lugar<br />

con la venida <strong>de</strong>l Señor Jesucristo. El resultado es que el ministro <strong>de</strong>l <strong>Nuevo</strong> Pacto no ha <strong>de</strong><br />

ocultar su rostro. La gloria <strong>de</strong>l evangelio nunca se <strong>de</strong>svanecerá ni se empañará.<br />

3:14 Pero sus pensamientos se embotaron. Los hijos <strong>de</strong> Israel no se dieron cuenta <strong>de</strong>l<br />

verda<strong>de</strong>ro sentido <strong>de</strong> lo que estaba haciendo Moisés. Y a lo largo <strong>de</strong> los siglos así ha<br />

sucedido con el pueblo judío. Incluso en tiempos <strong>de</strong> Pablo se aferraban a la ley como medio<br />

<strong>de</strong> salvación, y no estaban dispuestos a aceptar al Señor Jesucristo.

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