Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

En segundo lugar, esta interpretación contradice el testimonio global y consecuente del NT
en el sentido de que todo verdadero creyente en el Señor Jesucristo está eternamente
salvado, y de que ninguna oveja de Cristo perecerá jamás, y de que la salvación depende
enteramente de la obra consumada del Salvador, y no de los débiles esfuerzos del hombre
(Jn. 3:16, 36; 5:24; 6:47; 10:28).
2. Una segunda interpretación de este versículo es que se refiere a los que fueron
originalmente salvados por la fe pero que luego se ponen bajo la ley para retener su
salvación o lograr la santidad. En otras palabras: fueron salvos por la gracia pero ahora
tratan de ser guardados por la ley. En este caso, caer de la gracia es, como lo expresa Philip
Mauro, «apartarse del camino de Dios de perfeccionar a Sus santos por la obra del Espíritu
en ellos, y buscar este fin mediante la observancia de ritos y ceremonias exteriores, que el
hombre en la carne puede observar lo mismo que los santos de Dios».
Este punto de vista no es escriturario, primero porque el versículo no describe a cristianos
que buscan la santidad o la santificación, sino a personas inconversas que buscan la
justificación mediante la observancia de la ley. Observemos la fraseología: Los que por la
ley os justificáis. Y, segundo, esta explicación del versículo implica la posibilidad de que
personas salvas queden luego cortadas de Cristo, y esto no es consecuente con la verdadera
perspectiva de la gracia de Dios.
3. La tercera interpretación es que Pablo se está refiriendo a personas que podrían
profesar ser cristianos, pero que no son verdaderamente salvas. Están buscando justificarse
guardando la ley. El apóstol les está diciendo que no pueden tener dos salvadores; han de
escoger o a Cristo, o a la ley. Si escogen la ley, entonces quedan desligados de Cristo como
su única posible esperanza de justicia. De la gracia han caído. Hogg y Vine lo expresan
con claridad:
Cristo ha de ser o bien todo o bien nada para el hombre. No le es aceptable ninguna
confianza limitada ni ninguna adhesión parcial. El que es justificado por la gracia del Señor
Jesucristo es un cristiano. El que trata de ser justificado por las obras de la ley no lo es.
5:5 El apóstol muestra que la esperanza del verdadero creyente es muy diferente de la
del legalista. El cristiano espera la esperanza de la justicia. Espera aquel tiempo en que el
Señor vendrá, cuando recibirá un cuerpo glorificado, y entonces dejará de pecar.
Observemos que no dice que el cristiano espera la justicia; ya tiene una posición de justicia
delante de Dios por medio del Señor Jesucristo (2 Co. 5:21). Pero espera aquel momento en
que será totalmente recto en sí mismo. No espera conseguir esto por nada que él pueda
hacer, sino más bien por el Espíritu y a base de la fe. El Espíritu Santo lo hará todo, y el
creyente sencillamente espera a Dios en fe, para que Él lo lleve a cabo. En cambio, el
legalista espera ganar la justicia por sus propias obras, la observancia de la ley o
ceremonias religiosas. Es una vana esperanza, porque la justicia no se puede alcanzar así.
Observemos que Pablo emplea el pronombre nosotros en este versículo, refiriéndose a
los verdaderos cristianos, mientras que en el versículo 4 emplea la forma «vosotros»
cuando habla de los que buscan la justificación por las obras de la ley.
5:6 El legalismo no tiene ningún valor. Por lo que respecta a aquel que está en Cristo
Jesús (es decir, un cristiano), la circuncisión no lo hace mejor, ni la incircuncisión lo hace
peor. Lo que Dios busca en el creyente es la fe que actúa mediante el amor. La fe es una
completa dependencia de Dios. La fe no es ociosa, sino que se manifiesta en un
desprendido servicio a Dios y a los hombres. El motivo de todo este servicio es el amor.