Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

Tienen el corazón habituado a la codicia. No son aficionados, sino que son diestros en
el arte de la seducción. Aunque la palabra codicia puede abrigar toda clase de deseo
excesivo, el contexto aquí parece señalar primordialmente a la codicia sexual.
Al pensar Pedro en esta colosal parodia del cristianismo, del pecado que estos apóstatas
hacen asociar con el nombre de Cristo, exclama: Son hijos de maldición. No es que esté
maldiciéndolos; sencillamente predice que experimentarán la maldición de Dios con toda
su furia.
2:15 En varias formas, estos falsos maestros se parecen al profeta Balaam hijo de
Beor. Se presentan falsamente como portavoces de Dios (Nm. 22:38). Inducen a otros a
pecar (Ap. 2:14). Pero la principal semejanza es que emplean el ministerio como medio de
enriquecimiento. Balaam fue el profeta madianita contratado por el rey de Moab para que
maldijese a Israel. Su motivo para hacerlo era el dinero.
2:16 En uno de sus intentos por maldecir a Israel, Balaam y su asna se encontraron con
el ángel del Señor (es decir, con el Señor Jesús en una de Sus apariciones previas a la
Encarnación). Repetidas veces, el asna rehusó proseguir. Cuando Balaam la azotó, la bestia
de carga lo reprendió con lenguaje humano (Nm. 22:15, 34). Aquí tenemos un fenómeno
asombroso: una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre (¡y mostrando más
sensibilidad que su amo!). Pero el milagro no eliminó del todo la locura de Balaam.
Dice Lenski:
Balaam es un terrible ejemplo de un hombre que era «profeta», al que Dios le dijo lo
que no debía hacer, al que Dios estorbó en sus malas acciones incluso empleando un asna
muda para que le hablase, pero que a pesar de todo se aferró secretamente a su amor por lo
que pensaba que podría conseguir mediante la injusticia, y que por ello pereció.
Dios no reprende en la actualidad a los falsos maestros mediante animales mudos. Pero
hay multitudes de razones para pensar que en otras formas reprende con frecuencia su
locura e insensatez para alentarlos a volver al camino recto, que es Cristo. Dios a menudo
emplea el sencillo testimonio de un humilde creyente para confundir a esos hombres que se
precian de su superior conocimiento y de su posición eclesiástica. Puede ser citando un
versículo de la Escritura, o haciendo una pregunta incisiva, que un «lego» lleno del Espíritu
deje a un moderno Balaam retorciéndose en su humillación y su cólera.
2:17 Pedro asemeja a los falsos maestros con fuentes sin agua. Las personas necesitadas
acuden a ellos buscando refrigerio y alivio de su sed espiritual, pero se quedan frustrados.
Son fuentes sin agua. Son asimismo brumas empujadas por la tormenta. Las nubes dan
promesa de lluvia para una tierra que ha sufrido una sequía prolongada. Pero entonces
viene una tempestad de viento y se lleva las nubes. Se frustran las esperanzas, y las
abrasadas lenguas se quedan sin poder apagar su sed.
La lobreguez infernal de la oscuridad está reservada para esos charlatanes religiosos.
Pretenden ser ministros del evangelio, pero en realidad no tienen ninguna buena nueva que
ofrecer. La gente va a ellos a por pan, y recibe una piedra. La pena de este engaño es una
eternidad en la más densa oscuridad.
2:18 Pronuncian palabras arrogantes y vanas, o, como tradujo Knox, emplean
«bonitas frases que carecen de significado». Ésta es una descripción exacta de las palabras
de muchos predicadores liberales y de falsos sectarios. Son grandes oradores, y seducen a
las audiencias con su magnífica retórica. Su erudito vocabulario atrae a la gente sin
discernimiento. Lo que sus sermones carecen en contenido lo compensan con una