Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

son océano, y mucha parte de ella está cubierta de nubes. Hasta allá donde podamos saber,
la tierra es el único planeta acuoso, y por ello el único que puede sustentar la vida humana.
3:6 Desde su inicio, la tierra quedó equipada con los medios necesarios para su propia
destrucción. Tenía agua en sus profundidades subterráneas, agua en los mares y agua en las
nubes arriba. Finalmente, Dios liberó las aguas de las simas y las aguas de las alturas (Gn.
7:11), la tierra quedó inundada, y toda la vida fuera del arca quedó destruida.
Los críticos olvidan voluntariosamente esta realidad de la historia. Es interesante que el
diluvio haya vuelto a surgir en años recientes como objeto de acerbos ataques. Pero el
registro del mismo está escrito en piedra, en las tradiciones de los antiguos y modernos
pueblos, y, sobre todo, en la santa Palabra de Dios.
3:7 Cuando Dios creó la tierra, la proveyó de suficiente agua para destruirla. De la
misma manera, ha proveído a los cielos y la tierra con suficiente fuego para destruirlos.
En esta era nuclear, comprendemos que la materia es energía almacenada. La fisión del
núcleo atómico da como resultado la liberación potente de enormes cantidades de energía.
De modo que toda la materia del mundo representa un enorme potencial explosivo. En la
actualidad está cohesionado por el Señor (Col. 1:17: «Todas las cosas tienen consistencia
en Él»). Si quita Su mano refrenadora, los elementos se fundirán. Mientras tanto, los cielos
y la tierra están reservados… para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los
hombres impíos.
3:8 Entonces, ¿por qué el largo retardo en el juicio de Dios? Bien, en primer lugar
deberíamos recordar que Dios está por encima del tiempo. Él no existe en la esfera
temporal como nosotros. A fin de cuentas, el tiempo está determinado por la relación del
sol con la tierra, y Dios no está limitado por esta relación.
Para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. Él puede
expandir un día en un milenio, o comprimir un milenio en un día. Puede expandir o
concentrar Sus actividades.
3:9 Dios ha prometido poner fin a la historia de los hombres impíos con un juicio. Si
parece haber retardo, no se debe a que Dios sea infiel a Su promesa: Se debe a Su
paciencia. No quiere que nadie perezca. Su deseo es que todos vengan al
arrepentimiento. Extiende a propósito el tiempo de la gracia para que los hombres tengan
en todas partes la oportunidad de ser salvos.
En Isaías 61:2 leemos acerca del año del favor de Dios y del día de Su venganza. Esto
sugiere que se deleita en mostrar misericordia y que el juicio es Su obra extraña (Is. 28:21).
Puede también indicar que puede extender Su longanimidad por mil años y condensar Sus
juicios en un día. Él esperó ciento veinte años antes de enviar el Diluvio. Ahora ha estado
esperando varios miles de años antes de que destruya el mundo con fuego.
3:10 Pero el día del Señor vendrá. El día del Señor se refiere a cualquier periodo en
que Dios actúa en juicio. Fue empleado en el Antiguo Testamento para describir cualquier
ocasión en que Dios castigaba a los malvados y triunfaba sobre Sus enemigos (Is. 2:12;
13:6, 9; Ez. 13:5; 30:3; Jl. 1:15; 2:1, 11, 31; 3:14; Am. 5:18, 20; Abd. 15; Sof. 1:7, 14; Zac.
14:1; Mal. 4:5). En el Nuevo Testamento es un periodo de tiempo con varias etapas:
1. Se refiere a la Tribulación, un periodo de siete años en el que Dios juzgará al Israel
incrédulo (1 Ts. 5:2; 2 Ts. 2:2, Texto NU).
2. Incluye Su regreso a la tierra cuando infligirá la venganza sobre los que no conocen a
Dios y no obedecen el evangelio del Señor Jesús (2 Ts. 1:7–10).