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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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Ellos nos ro<strong>de</strong>an como una gran nube <strong>de</strong> testigos. Esto no significa que sean<br />

espectadores <strong>de</strong> lo que está sucediendo en la tierra. Más bien, nos dan testimonio a nosotros<br />

mediante sus vidas <strong>de</strong> fe y paciencia, y ponen ante nosotros un gran ejemplo que imitar.<br />

Este versículo invariablemente suscita la pregunta: «¿Pue<strong>de</strong>n los santos en el cielo ver<br />

nuestras vidas o saber lo que está sucediendo?» Lo único que po<strong>de</strong>mos saber <strong>de</strong> cierto es<br />

que saben cuando un pecador es salvo: «Os digo así que habrá más gozo en el cielo por un<br />

pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan <strong>de</strong><br />

arrepentimiento» (Lc. 15:7).<br />

La vida cristiana es una carrera que <strong>de</strong>manda disciplina y paciencia. Hemos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spojarnos <strong>de</strong> todo aquello que pueda estorbarnos. Los pesos son cosas que pue<strong>de</strong>n ser<br />

inocentes en sí mismas pero que dificultan el avance; pue<strong>de</strong> tratarse <strong>de</strong> posesiones<br />

materiales, <strong>de</strong> vínculos familiares, el amor a la comodidad, la falta <strong>de</strong> movilidad, etc. En las<br />

carreras olímpicas no hay normas en contra <strong>de</strong> llevar una carga <strong>de</strong> comida y bebida, pero el<br />

corredor nunca ganaría la carrera <strong>de</strong> esta manera.<br />

Debemos también <strong>de</strong>spojarnos <strong>de</strong>l pecado que nos asedia. Esto pue<strong>de</strong> referirse al<br />

pecado en cualquiera <strong>de</strong> sus formas, pero especialmente el <strong>de</strong> incredulidad. Hemos <strong>de</strong><br />

confiar plenamente en las promesas <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>scansar en el hecho <strong>de</strong> que la vida <strong>de</strong> la fe<br />

lleva a la victoria.<br />

Nos hemos <strong>de</strong> guardar <strong>de</strong>l pensamiento <strong>de</strong> que la carrera sea un esfuerzo fácil, que<br />

todo en la vida cristiana sea un camino <strong>de</strong> rosas. Hemos <strong>de</strong> prepararnos a persistir con<br />

perseverancia a través <strong>de</strong> pruebas y tentaciones.<br />

12:2 A lo largo <strong>de</strong> la carrera, <strong>de</strong>beríamos apartar la mirada <strong>de</strong> cualquier otro objeto, y<br />

mantener la vista fija en Jesús, el más gran<strong>de</strong> Corredor. A. B. Bruce comenta:<br />

Uno <strong>de</strong>scuella <strong>de</strong>stacado sobre todos los <strong>de</strong>más… el Hombre que primero cumplió <strong>de</strong><br />

manera perfecta la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> vivir por la fe…, que firme soportó el amargo sufrimiento <strong>de</strong> la<br />

cruz y menospreció su oprobio, sostenido por una fe que tan vívidamente contemplaba el<br />

gozo y la gloria que habían <strong>de</strong> venir como para hacer <strong>de</strong>svanecer la conciencia <strong>de</strong>l dolor y<br />

vergüenza presentes.<br />

Él es el autor, o pionero, <strong>de</strong> nuestra fe, en el sentido <strong>de</strong> que nos ha provisto con el<br />

único perfecto ejemplo <strong>de</strong> cómo es la vida <strong>de</strong> la fe.<br />

Él es asimismo el consumador <strong>de</strong> la fe. No sólo comenzó la carrera sino que la terminó<br />

victorioso. Para Él, la carrera iba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo a Belén, y luego a Getsemaní y el Calvario,<br />

y luego al sepulcro y <strong>de</strong> vuelta al cielo. En ningún momento vaciló ni miró atrás. Mantuvo<br />

la mirada fija en la gloria veni<strong>de</strong>ra, cuando todos los redimidos serían reunidos eternamente<br />

con Él. Esto le hizo posible menospreciar el oprobio y soportar el pa<strong>de</strong>cimiento y la<br />

muerte. Hoy, está sentado a la diestra <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Dios.<br />

12:3 La imagen cambia ahora <strong>de</strong> una carrera a una lucha contra el pecado. Nuestro<br />

intrépido Capitán es el Señor Jesús. Nadie jamás soportó tal contradicción <strong>de</strong> pecadores<br />

como Él. Siempre que tengamos una ten<strong>de</strong>ncia a <strong>de</strong>sfallecer faltos <strong>de</strong> ánimo, <strong>de</strong>beríamos<br />

pensar en lo que Él soportó. En comparación con los Suyos, nuestras pruebas parecerán una<br />

nimiedad.<br />

12:4 Estamos <strong>de</strong>dicados a un incesante combate contra el pecado. Pero aún no hemos<br />

resistido hasta <strong>de</strong>rramar sangre, es <strong>de</strong>cir, hasta la muerte. ¡Él sí lo hizo!<br />

12:5 Ahora se presenta la perspectiva cristiana <strong>de</strong>l sufrimiento. ¿Por qué vienen<br />

persecuciones, pruebas, dificulta<strong>de</strong>s, enfermeda<strong>de</strong>s, dolor, tristeza y angustias a la vida <strong>de</strong>l

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