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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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comenzaron a presentir que estaban cerca <strong>de</strong> tierra; quizá podían oír las olas rompiendo<br />

contra la costa. Cuando echaron la sonda por primera vez, hallaron veinte brazas (como<br />

cuarenta metros); un poco más a<strong>de</strong>lante hallaron quince brazas. Para no encallar la nave,<br />

echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese <strong>de</strong> día.<br />

27:30–32 Temiendo por sus vidas, algunos <strong>de</strong> los marineros planearon huir a la costa<br />

en el bote. Estaban ocupados en arriar el esquife —pretendiendo que iban a ten<strong>de</strong>r más<br />

anclas— cuando Pablo informó <strong>de</strong>l plan <strong>de</strong> ellos al centurión, advirtiéndole que si éstos<br />

no permanecían en la nave, el resto no se podría salvar. Entonces los soldados cortaron<br />

las amarras <strong>de</strong>l esquife y lo <strong>de</strong>jaron per<strong>de</strong>rse. De esta manera, los marineros fueron<br />

obligados a tratar <strong>de</strong> salvar sus vidas a bordo <strong>de</strong> la nave así como las vidas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />

27:33–34 Phillips titula el pasaje <strong>de</strong> 33–37 como «el sólido sentido común <strong>de</strong> Pablo».<br />

Para apreciar el drama <strong>de</strong>l momento, <strong>de</strong>beríamos realmente saber algo <strong>de</strong>l terror <strong>de</strong> una<br />

violenta tempestad en el mar. Y <strong>de</strong>beríamos también recordar que Pablo no era el capitán<br />

<strong>de</strong> la nave, sino sólo un pasajero cautivo.<br />

Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l amanecer, Pablo exhortaba a todos a que comiesen, recordándoles<br />

que habían pasado dos semanas sin haber comido nada. Había llegado el momento <strong>de</strong><br />

comer; su bienestar <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> ello. El apóstol les aseguró que ni aun un cabello <strong>de</strong> la<br />

cabeza <strong>de</strong> ninguno <strong>de</strong> ellos iba a per<strong>de</strong>rse.<br />

27:35 Luego puso el ejemplo para ellos, tomando pan, dando gracias a Dios<br />

públicamente por el alimento, y comenzando a comer. ¡Cuántas veces nos sentimos<br />

remisos <strong>de</strong> orar ante otros! ¡Pero cuán a menudo una oración así habla más fuerte que<br />

nuestra predicación!<br />

27:36–37 Así animados, los <strong>de</strong>más comieron también. Las personas en la nave eran<br />

doscientas setenta y seis.<br />

27:38–41 Cuando hubieron comido, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.<br />

Había una tierra cercana, pero no la reconocían. Tomaron la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> varar la nave en<br />

la playa, si era posible. Cortaron las amarras <strong>de</strong> las anclas, <strong>de</strong>jándolas en el mar. Luego<br />

<strong>de</strong>sataron las amarras <strong>de</strong> los timones que habían sido levantados, y los bajaron a su<br />

posición. Izando la vela <strong>de</strong> proa, enfilaron hacia la playa, encallando la nave en un<br />

escollo don<strong>de</strong> se encuentran dos corrientes —probablemente en un canal entre dos<br />

islas—. La proa se clavó y se quedó inmóvil en la arena, mientras que la popa comenzó a<br />

abrirse con la violencia <strong>de</strong> las olas.<br />

27:42–44 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para impedir que<br />

nadie se fugase nadando. Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, dio contraor<strong>de</strong>n.<br />

Or<strong>de</strong>nó que los que pudiesen nadar se dirigiesen a la costa. Los <strong>de</strong>más, que fuesen en<br />

tablas o en varios objetos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la nave. De esta forma, toda la tripulación y los<br />

pasajeros llegaron a tierra sanos y salvos.<br />

28:1–2 Tan pronto como la tripulación y los pasajeros llegaron a la costa, supieron que<br />

estaban en la isla <strong>de</strong> Malta. Algunos <strong>de</strong> los naturales <strong>de</strong> la isla vieron el naufragio y<br />

contemplaron a las víctimas <strong>de</strong>batiéndose por el agua para llegar a la costa. Con bondad,<br />

encendieron una hoguera para los recién llegados, que estaban totalmente empapados y<br />

ateridos <strong>de</strong> frío, tanto por el mar como por la lluvia que caía.<br />

28:3 Mientras Pablo ayudaba con el fuego, fue mordido por una serpiente venenosa.<br />

Aparentemente, la serpiente había estado adormecida en la leña. Cuando la leña fue puesta<br />

en el fuego, la víbora se avivó <strong>de</strong> repente y se lanzó contra el apóstol. Se le prendió en la<br />

mano, no solamente arrollándose en ella, sino mordiéndosela.

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