Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

No sólo somos ciudadanos del cielo, ¡sino que también del cielo esperamos anhelantes
al Salvador, al Señor Jesucristo! El original se puede traducir por ansiosamente
esperamos (BAS), y es un lenguaje intenso en el original, para expresar la anhelante
expectativa de algo que se cree que es inminente. Significa literalmente proyectar la cabeza
y el cuello adelante en ansiosa expectación de oír o ver algo.
3:21 Cuando el Señor Jesús venga del cielo, Él cambiará estos nuestros cuerpos. No hay
nada vil ni malo en el cuerpo humano mismo. El mal reside en los malos usos que se le da.
Pero es un cuerpo de nuestro estado de humillación, un cuerpo sujeto a arrugas,
cicatrices, sufrimiento, enfermedad y muerte. ¡Nos limita y encierra!
El Señor lo transfigurará a un cuerpo de gloria. No conocemos todo el sentido de esto.
Ya no estará sujeto a la decadencia ni a la muerte, a las limitaciones del tiempo ni a las
barreras naturales. Será un cuerpo real, pero perfectamente ajustado a las condiciones en el
cielo. Será como el cuerpo de resurrección del Señor Jesús.
¡No significa que todos vayamos a tener igual apariencia física! Jesús era claramente
reconocible tras Su resurrección y, sin duda, cada uno tendrá su propia identidad física para
toda la eternidad.
Además, este pasaje no enseña que vayamos a ser como el Señor Jesús por lo que
respecta a los atributos de Dios. Nunca seremos omniscientes ni omnipotentes. Tampoco
estaremos en todo lugar al mismo tiempo.
Pero seremos moralmente como el Señor Jesús. Estaremos para siempre exentos de
pecado. Este pasaje no nos da suficiente para dar satisfacción a nuestra curiosidad, pero es
suficiente para inspirar consolación y estimular esperanza.
En virtud del poder que tiene también para someter a sí mismo todas las cosas. La
transformación de los cuerpos será cumplida por el mismo poder divino que el Señor
empleará posteriormente para someter a sí mismo todas las cosas. Él «puede salvar» (cf.
He. 7:25). «Puede auxiliar» (cf. He. 2:18). «Puede guardar» (cf. Jud. 24). Ahora en este
versículo aprendemos que tiene poder… para someter. «Este Dios es nuestro Dios para
siempre jamás: él nos guiará hasta la muerte» (Sal. 48:14, V.M.).
VIII. LLAMAMIENTO A LA ARMONÍA, A LA AYUDA
MUTUA, AL GOZO, A LA PACIENCIA, A LA ORACIÓN, Y
A UNA VIDA MENTAL DISCIPLINADA (4:1–9)
4:1 Sobre la base de la maravillosa esperanza que el apóstol había puesto delante de las
mentes de los creyentes en el versículo anterior, ahora los exhorta a que se mantengan
firmes en el Señor. Este versículo está lleno de nombres cariñosos para con los creyentes.
Primero, Pablo los llama hermanos míos. Pero no sólo sus hermanos sino sus hermanos
amados. Luego añade el pensamiento de que tiene deseo por ellos, esto es, que anhela
volverlos a ver. Además, se refiere a ellos como gozo y corona suya. Es indudable que
significa que son su gozo en este tiempo presente y que serán su corona en el Tribunal de
Cristo. Finalmente, termina el versículo con la expresión amados. El apóstol amaba de
veras a las personas, e indudablemente este es uno de los secretos de su eficacia en la obra
del Señor.
4:2 Evodia y Síntique eran mujeres en la iglesia en Filipos con dificultades de
convivencia. No se nos dan detalles de la causa de su desacuerdo (¡y quizá es mejor que sea
así!).