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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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Ap. 14:6, 7). Pero Pablo razonaba acerca <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios, porque esto existe ahora en la<br />

tierra.<br />

19:9–10 Cuando algunos <strong>de</strong> los judíos se endurecieron (en cuanto a sus intelectos) y se<br />

volvieron <strong>de</strong>sobedientes (en cuanto a sus volunta<strong>de</strong>s), y comenzaron a agitar a la multitud<br />

contra el Camino, Pablo <strong>de</strong>jó la sinagoga separó a sus discípulos <strong>de</strong> los judíos allí. Los<br />

llevó a la escuela <strong>de</strong> uno llamado Tiranno, don<strong>de</strong> tuvo la libertad <strong>de</strong> enseñarles cada día.<br />

Se cree generalmente que este Tiranno era un griego que daba clases <strong>de</strong> filosofía o<br />

retórica. Por espacio <strong>de</strong> dos años el apóstol hizo discípulos, y luego los enseñó a enseñar<br />

también a otros. Como resultado, toda la provincia <strong>de</strong> Asia oyó la palabra <strong>de</strong>l Señor<br />

Jesús, tanto judíos como griegos. De esta manera se abrió para Pablo una puerta gran<strong>de</strong> y<br />

eficaz, aunque había muchos adversarios (1 Co. 16:9).<br />

19:11–12 Como apóstol <strong>de</strong> Jesucristo, Pablo tenía po<strong>de</strong>r para hacer señales y<br />

maravillas, como pruebas <strong>de</strong> su apostolado, y certificar el mensaje que predicaba. Tan<br />

gran<strong>de</strong> era el po<strong>de</strong>r que salía <strong>de</strong> él que aun aplicaban a los enfermos los paños o<br />

<strong>de</strong>lantales que habían estado en contacto con su cuerpo, y las enfermeda<strong>de</strong>s se iban <strong>de</strong><br />

ellos, y los espíritus malos salían. Se suscita la cuestión <strong>de</strong> si estos milagros pue<strong>de</strong>n ser<br />

duplicados en la actualidad. El Espíritu Santo es soberano, y pue<strong>de</strong> hacer como prefiera.<br />

Sin embargo, se ha <strong>de</strong> admitir que a los apóstoles y sus <strong>de</strong>legados se les habían conferido<br />

po<strong>de</strong>res sobrenaturales. Por cuanto no tenemos apóstoles hoy, en el más pleno sentido <strong>de</strong> la<br />

palabra, es inútil insistir que sus milagros se han perpetuado.<br />

19:13–14 Siempre que Dios obra con po<strong>de</strong>r, Satanás está invariablemente cerca para<br />

obstruir y oponerse. Mientras Pablo predicaba y hacía milagros, había en Éfeso unos ciertos<br />

judíos ambulantes que eran exorcistas. Estos hombres intentaron mandar a los espíritus<br />

malos (usando el nombre <strong>de</strong>l Señor Jesús como fórmula mágica) que saliesen <strong>de</strong> los<br />

poseídos. Que algunos <strong>de</strong> los judíos tuviesen realmente po<strong>de</strong>r para expulsar <strong>de</strong>monios lo<br />

había reconocido el Señor Jesús (Lc. 11:19).<br />

Entre los magos judíos que practicaban esto había siete hijos <strong>de</strong> Esceva. Este hombre<br />

había sido hecho jefe <strong>de</strong> los sacerdotes, o sacerdote encargado <strong>de</strong> las veinticuatro ór<strong>de</strong>nes.<br />

Un día sus hijos estaban tratando <strong>de</strong> expulsar a un mal espíritu <strong>de</strong> un en<strong>de</strong>moniado. Le<br />

dijeron al <strong>de</strong>monio: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.<br />

19:15–16 Pronunciaron las palabras, pero no tenían el po<strong>de</strong>r, y el <strong>de</strong>monio no obe<strong>de</strong>ció.<br />

De hecho, la contestación <strong>de</strong>l espíritu malo fue muy reveladora. Dijo: A Jesús conozco, y<br />

sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?<br />

F. B. Meyer tiene un ameno comentario acerca <strong>de</strong> esto, que vale la pena citar:<br />

Cuando los hijos <strong>de</strong> Esceva emprendieron su acción contra el <strong>de</strong>monio, él se revolvió<br />

contra ellos, y les dijo: «Vosotros enanos, liliputienses, ¿quiénes sois? ¡A Pablo lo<br />

conozco! A vosotros no; nunca he oído hablar <strong>de</strong> vosotros; vuestro nombre nunca ha sido<br />

mencionado en el Infierno. Nadie os conoce, ni sabe nada <strong>de</strong> vosotros, fuera <strong>de</strong> este<br />

pequeño lugarejo llamado Éfeso».<br />

Sí, y aquí tenemos la pregunta que me han hecho hoy: «¿Me conoce alguien en el<br />

Infierno?». ¿Saben los <strong>de</strong>monios acerca <strong>de</strong> nosotros? ¿Nos tienen miedo? ¿Les<br />

aterrorizamos? ¿O se nos vuelven respondones? Cuando predicamos en domingo, o cuando<br />

enseñamos a nuestra clase <strong>de</strong> Escuela Dominical, el diablo dice: «No os conozco; no valéis<br />

mi pólvora y perdigones; seguid haciendo vuestro trabajo, que no voy a remover el Infierno<br />

para <strong>de</strong>teneros».

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