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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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Todavía no lo vemos cara a cara, sino sólo tal como se presenta en la palabra como espejo.<br />

Y observemos que es la gloria <strong>de</strong>l Señor la que contemplamos. Aquí Pablo no está<br />

pensando tanto en la hermosura moral <strong>de</strong> Jesús como Hombre en la tierra, sino en Su gloria<br />

presente, exaltado a la diestra <strong>de</strong> Dios.<br />

La gloria <strong>de</strong> Cristo, como observa Denney, es:<br />

Que Él comparte el trono <strong>de</strong>l Padre, que Él es el Cabeza <strong>de</strong> la Iglesia, poseedor y dador<br />

<strong>de</strong> toda la plenitud <strong>de</strong> la gracia divina, el Juez veni<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l mundo, vencedor sobre todo<br />

po<strong>de</strong>r hostil, intercesor en favor <strong>de</strong> los Suyos, y, en resumen, portador <strong>de</strong> toda la majestad<br />

que pertenece a Su regio oficio.<br />

Al ocuparnos con la gloria <strong>de</strong>l resucitado, ascendido y exaltado Señor Jesucristo, vamos<br />

siendo transformados… a la misma imagen. Aquí tenemos en una palabra el secreto <strong>de</strong><br />

la santidad cristiana —ocuparnos con Cristo. No por ocuparnos con el yo: esto sólo trae<br />

<strong>de</strong>rrota. No por ocuparnos con otros: esto trae <strong>de</strong>saliento. Sino por ocuparnos con la gloria<br />

<strong>de</strong>l Señor; así es como vamos asemejándonos más a Él.<br />

Este maravilloso proceso <strong>de</strong> transformación tiene lugar <strong>de</strong> gloria en gloria, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong><br />

un grado <strong>de</strong> gloria a otro. No es cosa <strong>de</strong> un cambio instantáneo. No hay experiencia en la<br />

vida cristiana que nos haga reproducir Su imagen en un momento. Es un proceso, no una<br />

crisis. No es como la gloria en <strong>de</strong>svanecimiento <strong>de</strong> la ley, sino una gloria siempre creciente.<br />

El po<strong>de</strong>r para este maravilloso proceso es el Santo Espíritu <strong>de</strong> Dios —como por el<br />

Espíritu <strong>de</strong>l Señor (RVR) —. Al contemplar al Señor <strong>de</strong> la gloria, <strong>de</strong>teniéndonos en Él,<br />

mirándolo atentamente, observándolo con adoración, el Espíritu <strong>de</strong>l Señor obra en nuestra<br />

vida el maravilloso milagro <strong>de</strong> una conformidad creciente a Cristo.<br />

Darby hace la observación <strong>de</strong> cómo Esteban fue cambiado con su contemplación:<br />

Lo vemos en Esteban cuando es apedreado, y mira arriba y ve la gloria <strong>de</strong> Dios y Jesús.<br />

Cristo había dicho: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»; y la contemplación<br />

<strong>de</strong> Jesús en la gloria <strong>de</strong> Dios saca <strong>de</strong> Esteban esta oración: «Señor, no les tomes en cuenta<br />

este pecado». Y <strong>de</strong> nuevo en la cruz, Cristo dice: «Padre, en mis manos encomiendo mi<br />

espíritu»; y Esteban dice: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Es transformado a imagen <strong>de</strong><br />

Cristo.<br />

Consi<strong>de</strong>remos entonces la trascen<strong>de</strong>nte gloria <strong>de</strong>l <strong>Nuevo</strong> Pacto. Mientras que sólo un<br />

hombre tuvo la gloria en su rostro en el Antiguo Pacto, en la actualidad es el privilegio,<br />

adquirido por la sangre <strong>de</strong> Cristo, <strong>de</strong> cada hijo <strong>de</strong> Dios. Asimismo, en lugar <strong>de</strong> meramente<br />

reflejar la gloria <strong>de</strong> Dios en nuestros rostros, todos nosotros en el <strong>Nuevo</strong> Pacto vamos<br />

siendo realmente transformados (lit., metamorfoseados) a la misma imagen, como por el<br />

Espíritu <strong>de</strong>l Señor. En tanto que el rostro <strong>de</strong> Moisés reflejaba la gloria, los nuestros irradian<br />

gloria <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior.<br />

Así Pablo lleva a su fin su exposición tan mística y profundamente espiritual <strong>de</strong>l <strong>Nuevo</strong><br />

Pacto en contraste con el Viejo.<br />

F. Obligación <strong>de</strong> predicar un evangelio claro (4:1–6)<br />

4:1 En los primeros seis versículos <strong>de</strong>l capítulo 4, Pablo <strong>de</strong>staca la solemne<br />

responsabilidad <strong>de</strong> cada siervo <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong> presentar llanamente el mensaje <strong>de</strong>l evangelio.

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