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Nuevo Testamento - iglesia bautista getsemani de montreal

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El propósito <strong>de</strong> la disciplina <strong>de</strong> Dios no es punitivo, sino creativo. Él disciplina «para<br />

que participemos <strong>de</strong> su santidad». Esta frase «para que participemos» tiene una dirección, y<br />

la dirección va hacia una vida purificada y hermoseada. El fuego que se encien<strong>de</strong> no es una<br />

hoguera, ardiendo <strong>de</strong> manera indiscriminada y sin dirección, consumiendo cosas preciosas.<br />

Es como un fuego <strong>de</strong> afinador, y el Afinador se sienta a su lado, y, con firmeza, paciencia y<br />

bondad, está sacando santidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>scuido y estabilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad. Dios está siempre<br />

creando, aun cuando usa los medios más oscuros <strong>de</strong> la gracia. Está produciendo los frutos y<br />

flores <strong>de</strong>l Espíritu. Su amor está siempre en busca <strong>de</strong> cosas cautivadoras.<br />

12:11 Por el momento, toda disciplina parece penosa. Pero <strong>de</strong>spués da fruto apacible<br />

<strong>de</strong> justicia a los que han sido ejercitados por medio <strong>de</strong> ella. Por eso nos encontramos<br />

con frecuencia con testimonios en este sentido, como el <strong>de</strong> Leslie Weatherhead:<br />

Como todos los hombres, a mí me gustan más los soleados altiplanos <strong>de</strong> la experiencia,<br />

don<strong>de</strong> abundan la salud, la dicha y el éxito, pero he aprendido mucho más acerca <strong>de</strong> Dios y<br />

<strong>de</strong> la vida, y <strong>de</strong> mí mismo, en las tinieblas <strong>de</strong>l temor y <strong>de</strong>l fracaso que jamás a la luz <strong>de</strong>l sol.<br />

Hay tales cosas como los tesoros <strong>de</strong> las tinieblas. Las tinieblas, gracias a Dios, se<br />

<strong>de</strong>svanecen. Pero lo que uno apren<strong>de</strong> en las tinieblas, lo posee para siempre. «Las<br />

aflicciones que te imaginas que se interponen entre Dios y tú —dice el Obispo Fenelón—<br />

resultarán ser el medio <strong>de</strong> unidad con Él, si las soportas con humildad. Aquellas cosas que<br />

nos abruman y perturban nuestro orgullo nos hacen más bien que todo aquello que nos<br />

entusiasma y nos estimula.»<br />

O consi<strong>de</strong>remos el siguiente testimonio <strong>de</strong> C. H. Spurgeon:<br />

Me temo que toda la gracia que he sacado <strong>de</strong> mis tiempos <strong>de</strong> comodidad y holgura y <strong>de</strong><br />

felicidad podrían casi caber sobre una monedita. Pero el bien que he recibido por mis<br />

dolores, penas y aflicciones es en verdad incalculable. ¡Cuánto no <strong>de</strong>bo al martillo y al<br />

yunque, al fuego y a la lima! La aflicción es la mejor pieza <strong>de</strong> mobiliario en mi casa.<br />

12:12 Los creyentes no <strong>de</strong>berían ce<strong>de</strong>r bajo las circunstancias adversas <strong>de</strong> la vida; su<br />

bajón <strong>de</strong> fe podría tener una influencia <strong>de</strong>sfavorable sobre otros. Las manos caídas<br />

<strong>de</strong>berían ser fortalecidas para servir al Cristo viviente. Las rodillas paralizadas <strong>de</strong>berían<br />

ser fortalecidas para una oración perseverante.<br />

12:13 Los pies vacilantes <strong>de</strong>berían ser conducidos por sendas <strong>de</strong>rechas <strong>de</strong> discipulado<br />

cristiano. Williams escribe:<br />

Todos los que siguen al Señor <strong>de</strong> una manera plena suavizan la senda <strong>de</strong> la fe para los<br />

hermanos débiles; pero los que no siguen <strong>de</strong> lleno acci<strong>de</strong>ntan el camino para los pies <strong>de</strong> los<br />

otros y crean lisiados espirituales.<br />

G. H. Lang proporciona una excelente ilustración:<br />

Un viajero, cansado <strong>de</strong>l camino y <strong>de</strong>l azote <strong>de</strong> la tempestad, está parado, <strong>de</strong>salentado y<br />

<strong>de</strong>sfallecido. Con los hombros caídos, las manos colgando, las rodillas dobladas y<br />

temblando, está a punto <strong>de</strong> abandonar y <strong>de</strong>jarse caer al suelo. A tal estado pue<strong>de</strong> llegar el<br />

peregrino <strong>de</strong> Dios, tal como lo contempla nuestro escritor.

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