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violencia sexual en el conflicto armado: informe nacional del perú286“Las mujeres participaban en las rondas campesinas y en los comités de autodefensavigilando, mientras sus animales pastaban en sitios estratégicos; ellas alertabansobre la presencia de extraños cantando, silbando, gritando o disparandoun arma.Investigaciones sociológicas y antropológicas han mostrado que en Ayacuchoy en Junín, las viudas y las solteras estaban obligadas a participar en las rondascampesinas y, a veces, acompañaban a las patrullas a lugares no muy lejanos.Algunas mujeres recibieron entrenamiento por parte de los ronderos y/o los militares;al aprender a manejar armas, ellas estaban en condiciones de participaren los enfrentamientos”.En relación a la participación de las mujeres en el ámbito dirigencial, el mismo Censo,en base a una muestra de 412 familias de 50 comunidades campesinas y nativas,nos indica que casi el 35% de las mujeres miembros de ellas han ejercido cargos dirigenciales,y dentro de este grupo el 57% ha ejercido cargos de coordinadoras y cargosadministrativos y casi el 40% han sido presidentas y vicepresidentas (p.108).Los resultados de la encuesta de Sylvia Matos confirman la participación comunalde las mujeres como dirigentes después del conflicto: 30% del total de familiasencuestadas. (p.65). Los cargos más mencionados fueron el de presidenta, vicepresidentay alcaldesa (p.66)RIVERA 264 también releva un relativo posicionamiento de las mujeres en el periodopost-conflicto como proveedoras de ingresos, toma de decisiones, cabezas defamilias y miembros de organizaciones sociales:“De esta manera, las mujeres enfrentan y en algunos casos redefinen, las percepcionessociales y culturales de ellas mismas y sus pasados lazos en la sociedad.Muchas de ellas –por primera vez– tienen la posibilidad de trabajar afuera, deconvertirse en proveedoras de ingresos, de tomar decisiones y ser jefes de familia,así como de organizarse con otras mujeres e ir juntas a espacios públicos,antes reservados solo para hombres. (p. 31)¿Se puede hablar entonces de la existencia de un actual empoderamiento de lasmujeres? En parte. A pesar de la secuela negativa de la violencia política, estatambién permitió la creación de espacios que han sido propicios para el desarrollode la autonomía de las mujeres. Muchas de ellas asumieron la representaciónfamiliar y con ello el derecho a la opinión y la toma de decisiones, tanto al interiorde sus familias como colectivamente a través de la representatividad en las asambleascomunales, clubes de madres y comités de mujeres. (p. 44)No obstante, Rivera advierte una sobrecarga de trabajo en las mujeres citandoun testimonio grupal:264Rivera, C. et al.: La Violencia Política en el Perú 1980-2000. En “Género, conflicto armado y políticas deEstado: un análisis comparativo de Colombia, Nigeria y Perú, Departamento de Resolución de Conflictos,Universidad de Uppsala, 1ro. de junio 2003.

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