Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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—Te compraré <strong>un</strong> nuevo par. Te lo juro. —Y embistió con suavidad.<br />
Y no consiguió nada.<br />
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Ella se puso rígida. Sus peores temores se estaban haciendo realidad. Su cuerpo se había<br />
atrofiado por tantos años sin usar.<br />
Alex se retiró <strong>un</strong> poco y le sonrió, pero ella podía sentir la tensión de su cuerpo y notaba lo<br />
cercano que estaba de perder el control.<br />
—Pensé que estabas lista, pero imagino que no es suficiente. —Cambió de posición sobre ella y<br />
comenzó a acariciarla.<br />
La voz de Alex pareció llegar de muy lejos.<br />
—Eres muy estrecha, cariño. Ha pasado mucho tiempo para ti, ¿no?<br />
Ella le h<strong>un</strong>dió las uñas en los hombros.<br />
—Sí... puede ser... —la joven soltó <strong>un</strong> jadeo cuando las nuevas sensaciones crecieron<br />
vertiginosamente en ni interior —que esté <strong>un</strong> poco cerrada.<br />
Él gimió y se volvió a colocar sobre ella.<br />
—Volvamos a intentarlo. —Dicho eso intentó penetrarla otra vez.<br />
Daisy gritó y se arqueó sin saber si quería apartarse o acercarse más a él. Su cuerpo se abrió<br />
suavemente con <strong>un</strong> ardiente dolor. Él la sujetó por las nalgas y la penetró prof<strong>un</strong>damente al<br />
tiempo que le cubría la boca con la suya, devorándola. Su posesión era rápida e intensa, pero la<br />
tensión que ella sentía en él le decía que Alex seguía controlándose. No supo por qué hasta que<br />
escuchó su murmullo.<br />
—Deja de contenerte, cariño. Deja de contenerte.<br />
Daisy supo en ese momento que él la estaba esperando y esas palabras suaves la hicieron llegar<br />
otra vez al clímax.<br />
Cuando volvió en sí, la piel de Alex estaba húmeda y su cuerpo tenso de deseo bajo las manos<br />
de Daisy. Pero era <strong>un</strong> amante fuerte y generoso.<br />
—Otra vez, cariño. Otra vez.<br />
—No, yo...<br />
—¡Sí! —Con firmeza, la condujo de nuevo al éxtasis.<br />
Fuera de la caravana retumbó <strong>un</strong> trueno y, dentro, ella hizo lo que le pedía. Y, esta vez, él la<br />
siguió.<br />
El tiempo transcurrió mientras yacían inmóviles, con los cuerpos entrelazados, con el todavía<br />
enterrado en su interior.<br />
Daisy no lo olvidaría jamás. A pesar de todas las cosas horribles que la habían conducido a ese<br />
momento, no podía haber tenido <strong>un</strong>a iniciación más maravillosa, y siempre le estaría agradecida a<br />
Alex por ello.<br />
Apretó los labios contra el pecho de su marido mientras le acariciaba con las palmas de las<br />
manos. Después de tanto tiempo, por fin había pasado.<br />
—Ya no soy virgen.<br />
Daisy sintió que Alex se ponía rígido debajo de sus manos. Sólo entonces se percató de que<br />
había dicho su secreto en voz alta.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 108