10.05.2013 Views

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

Alex colocó el plato sobre la mesa tan bruscamente que el intacto trozo de pastel se tambaleó y<br />

cayó de lado.<br />

—Perdonad. Tengo mucho trabajo que hacer. Gracias por todo.<br />

A Daisy le tembló la mano cuando le pasó <strong>un</strong> plato a Madeline. Alguien soltó <strong>un</strong>a risita<br />

maliciosa. Daisy levantó la cabeza y vio que era Heather.<br />

La adolescente le dirigió <strong>un</strong>a sonrisa tri<strong>un</strong>fal y corrió detrás de Alex.<br />

—¿Quieres que te eche <strong>un</strong>a mano?<br />

—Claro, cariño. —La voz cálida y afectuosa de Alex respondiéndole a Heather, llegó a través de<br />

la brisa nocturna. —Tenemos problemas con <strong>un</strong>o de los camiones de carga. Puedes ayudarme a<br />

comprobarlo.<br />

Daisy parpadeó con fuerza. Era de lágrima fácil, pero si lloraba ahora n<strong>un</strong>ca podría volver a<br />

enfrentarse a esas personas.<br />

—¿Un trozo de tarta? —Tendió <strong>un</strong> plato hacia <strong>un</strong> hombre rubio con barba y aspecto de surfista.<br />

Recordó que se había presentado como Neeco Martin, el domador de elefantes, cuando había ido<br />

a conocerla al vagón rojo.<br />

Él lo tomó sin mediar palabra y le dio la espalda para decirle algo a <strong>un</strong>o de los payasos.<br />

Madeline dio <strong>un</strong> paso adelante para ayudar a Daisy, pensando, sin duda, quiera mejor acabar lo<br />

antes posible. Los demás artistas fueron cogiendo el trozo de tarta que les correspondía y, <strong>un</strong>o a<br />

<strong>un</strong>o, se fueron marchando.<br />

Al cabo de <strong>un</strong> rato, sólo quedaron Jill y ella.<br />

—Lo siento, Daisy. Pensé que era <strong>un</strong>a buena idea, pero debería haber supuesto que a Alex no le<br />

parecería bien. Es muy reservado.<br />

Él ni siquiera se había molestado en mencionarle a sus amigos que se había casado.<br />

Daisy forzó otra sonrisa.<br />

—Todas las parejas tardan algún tiempo en adaptarse al matrimonio.<br />

Jill recogió los restos de la tarta y se los ofreció a Daisy.<br />

—Venga, ¿por qué no te llevas lo que queda?<br />

Daisy pudo sentir la bilis en la garganta cuando los cogió; su único deseo era perder de vista<br />

aquella tarta.<br />

—¡Santo cielo! Sí que se ha hecho tarde. Y tengo <strong>un</strong> montón de cosas que hacer antes de<br />

acostarme —dijo, y huyó de allí.<br />

Durante las horas siguientes, mientras desmontaban el circo para llevarlo al siguiente pueblo,<br />

ella se dedicó a recolocar todo dentro de los armarios. Se sentía invadida por <strong>un</strong>a sensación de<br />

desesperación y <strong>un</strong> infinito cansancio que hacía que apenas pudiera mantenerse en pie, pero a<br />

pesar de ello siguió trabajando.<br />

Los caros pantalones de marca que llevaba puestos estaban completamente sucios y la blusa se<br />

le pegaba a la piel, pero no le importaba. Quería que esas personas fueran amigos suyos, pero<br />

ahora que sabían lo poco que le importaba a Alex y lo que éste pensaba de su matrimonio, ya no<br />

lo serían. La pequeña fiesta improvisada y la tarta habían sido <strong>un</strong>a pequeña bendición para ella,<br />

pero su marido la había estropeado.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!