Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
A Daisy le tembló el labio inferior.<br />
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—¿Por qué haces esto? Ya te he dicho que es muy tarde para que aborte.<br />
Sufría por ella. A pesar de lo intenso que era su dolor, sabía que no podía ser tan intenso como<br />
el de Daisy.<br />
—No te preocupes, cariño. Lo intentaremos otra vez. En cuanto el médico nos lo permita.<br />
—¿De qué estás hablando?<br />
—Quería a este bebé tanto como tú, pero no me di cuenta de ello hasta que desapareciste. Sé<br />
que es culpa mía que lo hayas perdido. Si te hubiera cuidado mejor n<strong>un</strong>ca habría ocurrido.<br />
Daisy fr<strong>un</strong>ció el ceño.<br />
—No he perdido al bebé. —Lo miró a los ojos. —Aún estoy embarazada.<br />
—Pero has dicho... cuando te dije que quería hablar contigo, dijiste que era demasiado tarde<br />
para que abortaras.<br />
—Estoy de cuatro meses y medio. El aborto ya no es legal.<br />
Mientras él se sentía in<strong>un</strong>dado por la alegría, Daisy torció la boca en <strong>un</strong> gesto de cinismo que<br />
n<strong>un</strong>ca hubiera imaginado en ella.<br />
—Eso cambia las cosas, ¿no, Alex? Ahora que sabes que el pastel sigue en el horno y que va a<br />
quedarse ahí, supongo que ya no estarás tan ansioso por que regrese.<br />
Alex se vio embargado por tantas emociones que no sabía cómo asimilarlas. Aún estaba<br />
embarazada. Lo odiaba. No quería volver con él. No podía manejar tal caos emocional, así que<br />
recurrió a lo práctico.<br />
—¿Estás yendo al médico?<br />
—Voy a <strong>un</strong>a consulta no lejos de aquí.<br />
—¿A <strong>un</strong>a consulta? —Él tenía <strong>un</strong>a fort<strong>un</strong>a en el banco y su esposa iba a <strong>un</strong>a consulta. Tenía que<br />
llevársela a <strong>un</strong> lugar donde pudiera borrar a besos esa implacable y resuelta mirada de su cara,<br />
pero la única manera de hacerlo era intimidándola.<br />
—No creo que hayas estado cuidándote demasiado. Estás delgada y pálida. Y tan nerviosa que<br />
parece que te vaya a dar <strong>un</strong> ataque.<br />
—¿Y a ti qué te importa? No quieres al bebé.<br />
—Oh, claro que quiero al bebé. Puede que actuara como <strong>un</strong> bastardo cuando me diste la buena<br />
nueva, pero te aseguro que he recuperado la cordura. Sé que no quieres volver conmigo ahora,<br />
pero no tienes otra opción. Es peligroso para a ti y para el bebé, Daisy, y no voy a permitir que<br />
sigas así.<br />
Alex supo que había encontrado su p<strong>un</strong>to débil, pero ella se siguió oponiendo a él con<br />
terquedad.<br />
—No es as<strong>un</strong>to tuyo.<br />
—Claro que sí. Voy a asegurarme de que tanto tú como el bebé estéis bien. —En los ojos de<br />
Daisy apareció <strong>un</strong>a mirada recelosa. —No me importa jugar sucio —añadió Alex en voz baja, —<br />
pienso descubrir dónde trabajas y me encargaré de que te despidan.<br />
—¿Me harías eso?<br />
—Sin pensarlo dos veces.<br />
Daisy h<strong>un</strong>dió los hombros y él supo que había ganado, pero no sintió ning<strong>un</strong>a satisfacción.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 232