Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
bienvenida al reto. Sabía que eso no apartaría a Daisy de sus pensamientos —nada lo hacía, —<br />
pero le ayudaría a pasar el tiempo.<br />
Era Trey quien conducía su caravana hasta allí, pero aún no había llegado, así que Alex se dirigió<br />
a la carpa de la cocina para tomarse <strong>un</strong> café bien cargado que calmara el vacío de su estómago.<br />
Antes de llenarse la taza, oyó <strong>un</strong> chillido agudo y exigente. Maldijo por lo bajo y se dirigió hacia<br />
donde estaban los elefantes.<br />
Cuando llegó, no le sorprendió ver que Neeco parecía resentido.<br />
—Devuélveme la picana, Alex. Con <strong>un</strong> solo pinchazo pondremos fin a esta sandez.<br />
A pesar de la petición, Alex sabía que el domador prefería no usar la picana tras su encuentro<br />
con Sinj<strong>un</strong>. Le gustaba pensar que había sido Daisy y su manera de tratar a los animales lo que<br />
había abierto los ojos de Neeco, porque ahora era más suave con los elefantes y todo marchaba<br />
mucho mejor. Pero tenía que asegurarse de que Neeco lo había entendido y de que no volvería a<br />
las andadas.<br />
—Mientras siga siendo el jefe, no volverás a usar la picana.<br />
—Entonces, hazlo tú.<br />
Alex se acercó a Tater y el elefante lo abrazó. Le metió la p<strong>un</strong>ta de la trompa por el cuello de la<br />
camisa para olerlo, igual que hacía con Daisy. Alex lo desató y se dirigió al camión que<br />
transportaba la carpa con Tater trotando tras él.<br />
Tater había dejado de comer al desaparecer Daisy, pero Alex había estado demasiado<br />
sumergido en su infierno privado para notarlo. Neeco le obligó a ser consciente de la situación<br />
cuando el estado del elefantito comenzó a deteriorarse.<br />
No tardó mucho en comprobar que el elefante encontraba sosiego con su presencia; pero no<br />
por Alex, sino porque Tater lo asociaba con Daisy. Comenzó a comer otra vez y poco después<br />
seguía a Alex por el recinto como antes la había seguido a ella.<br />
Los dos se abrieron paso hasta el camión. Desenrollarían la carpa tan pronto decidieran dónde<br />
colocar el circo. Brady había llegado antes que él, pero se apartó cuando Alex se acercó. Alex no<br />
sabía que hubiera hecho sin Brady; Jack y él se habían encargado de que todo marchara bien<br />
durante sus largas ausencias.<br />
Durante las horas siguientes, Alex trabajó codo con codo con los empleados en el montaje.<br />
Todavía tenía puesta la ropa que llevaba en el avión, pero tampoco se la cambió cuando llegó Trey<br />
con la camioneta. El sudor empapaba la camisa azul de algodón y se le había desgarrado el<br />
pantalón del traje gris, pero no le importó. El trabajo le entumecía la mente e impedía que<br />
pensara.<br />
Cuando ya no pudo posponerlo más, fue a la caravana con Tater pisándole los talones. Ató el<br />
animal cerca de donde Digger había preparado el heno y vaciló al acercarse a la puerta. La<br />
caravana olía a Daisy, tenía su toque, lo único que faltaba era su presencia y él odiaba estar allí<br />
dentro.<br />
Entró y se vio torturado por imágenes de ella entrando corriendo por la puerta con las mejillas<br />
manchadas, la ropa sucia, la paja enredada en el pelo y <strong>un</strong> brillo de satisfacción en los ojos. Se<br />
acercó a la nevera, pero lo único que encontró fue <strong>un</strong>a lata de cerveza y <strong>un</strong> yogur que Daisy había<br />
comprado. Había caducado dos semanas antes, pero no quería tirarlo.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 229