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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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EPÍ ÍLLOGO<br />

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

Daisy y Alex se casaron por seg<strong>un</strong>da vez diez días después en <strong>un</strong> campo al norte de Tampa. La<br />

ceremonia tuvo lugar al amanecer porque la novia insistió en contar con la presencia de <strong>un</strong><br />

invitado que los demás hubieran preferido que olvidara.<br />

Sinj<strong>un</strong> descansaba a los pies de Daisy, y ambos estaban <strong>un</strong>idos por <strong>un</strong>a larga correa plateada.<br />

Un extremo rodeaba el cuello del tigre y el otro envolvía la muñeca de la joven. Como resultado de<br />

la presencia del felino, el número de personas que asistían a la ceremonia nupcial a las seis de esa<br />

mañana de octubre era bastante reducido. Y parecían bastante nerviosas.<br />

—No sé por qué no pudo dejarlo en la jaula —le susurró Sheba a su marido, el hombre con<br />

quien se había casado <strong>un</strong>os días antes en <strong>un</strong>a ceremonia celebrada en la pista central que finalizó<br />

con <strong>un</strong>a actuación en el trapecio de los hermanos Tolea.<br />

—A mí me vas a hablar de mujeres tercas —repuso él. —Estoy casado con <strong>un</strong>a.<br />

Ella le dirigió <strong>un</strong>a mirada de complicidad.<br />

—Tienes suerte.<br />

—Sí—asintió Brady, —tengo suerte.<br />

Al lado de ellos, Heather acarició la trompa de Tater mientras miraba a Daisy con aire crítico. Si<br />

ésa fuera su boda, decidió, llevaría puesto algo más bonito que <strong>un</strong>os viejos vaqueros, sobre todo<br />

—y Heather lo sabía de buena tinta— cuando no podía abrocharlos en la cintura. De hecho, se<br />

había puesto <strong>un</strong>a de las enormes camisas azules de Alex para ocultarlo.<br />

De todas formas, Daisy estaba muy guapa. Tenía las mejillas sonrosadas y los ojos brillantes, y<br />

se había puesto <strong>un</strong>a tiara de brillantes en forma de margaritas en el pelo. Alex se la había regalado<br />

por sorpresa, j<strong>un</strong>to con <strong>un</strong> anillo de diamantes tan grande que era <strong>un</strong>a suerte para todos que aún<br />

no hubiera salido el sol o se habrían quedado ciegos.<br />

Ese verano había habido tantos cambios en la vida de Heather que todavía le costaba<br />

asimilarlos. Sheba no iba a vender el circo de los Hermanos Quest y a Heather le parecía genial que<br />

su padre y ella estuvieran intentando tener <strong>un</strong> bebé. Sheba era <strong>un</strong>a madrastra la mar de guay. Le<br />

había dicho a Heather que podía empezar a salir con chicos ese año, a<strong>un</strong>que su padre había<br />

añadido que lo haría sobre su cadáver, y se había convertido en <strong>un</strong>a persona casi tan cariñosa<br />

como Daisy.<br />

Daisy le había comentado a Heather que se matricularía en la <strong>un</strong>iversidad donde daba clases<br />

Alex tan pronto como naciera el bebé para poder trabajar después en <strong>un</strong>a guardería, y que los dos<br />

se irían a Rusia en diciembre para adquirir piezas para ese museo tan grande del que Alex era<br />

asesor. A pesar de todo, harían la gira del verano siguiente con el circo de los Hermanos Quest, y<br />

Daisy incluso le había dicho que volvería a actuar con Alex en la pista central. Le había confesado<br />

que ya no le daban miedo los látigos porque ya había experimentado lo peor que podía pasarle.<br />

Alex comenzó a formular sus votos con <strong>un</strong>a voz ronca y prof<strong>un</strong>da y, cuando bajó la mirada hacia<br />

Daisy, su expresión era tierna como si tuviese ante sus ojos lo que más amaba en el m<strong>un</strong>do. Daisy,<br />

naturalmente, rompió a llorar y Jill tuvo que ofrecerle <strong>un</strong> pañuelo de papel. La joven respiró hondo<br />

y se dispuso a decir sus votos.<br />

—Yo, Daisy Devreaux Markov, te tomo a ti... —Hizo <strong>un</strong>a pausa.<br />

Alex la miró y arqueó <strong>un</strong>a ceja.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 251

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