10.05.2013 Views

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¡Lo siento! —gritó.<br />

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

Como disculpa no era gran cosa, pues cuando se marchó parecía más <strong>un</strong> tigre malhumorado<br />

que <strong>un</strong> marido arrepentido. A<strong>un</strong>que Daisy sabía que él estaba sufriendo, se le había agotado la<br />

paciencia. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil? ¿Por qué no podía aceptar que la amaba?<br />

Recordó la vulnerabilidad que había visto en sus ojos la noche que le había pedido más tiempo.<br />

Sospechaba que Alex sentía miedo de dar nombre a lo que sentía por ella. La dicotomía entre sus<br />

sentimientos y lo que creía saber sobre sí mismo estaba desgarrándolo por dentro.<br />

Eso era lo que se decía a sí misma, porque la alternativa —que no la amara— era algo en lo que<br />

no quería pensar. Y más si tenía en cuenta que aún no le había dicho que estaba embarazada.<br />

Disculpaba aquella cobardía de todas las maneras que se le ocurrían. Cuando las cosas iban<br />

bien entre ellos, se decía que no quería arriesgarse a perder la armonía y, cuando todo se<br />

desmoronaba, que había perdido el valor.<br />

Pero lo mirara como lo mirase, sabía que estaba comportándose como <strong>un</strong>a cobarde. Debía<br />

enfrentarse al problema y, sin embargo, seguía huyendo de él. Ya había pasado casi <strong>un</strong> mes desde<br />

que se había hecho la prueba del embarazo. Debía de estar ya de dos meses y medio, pero no<br />

había ido al médico porque no quería arriesgarse a que Alex lo descubriese. El que se estuviera<br />

cuidando no era excusa para no comenzar <strong>un</strong> correcto control prenatal, sobre todo si tenía que<br />

asegurarse de que el bebé no había resultado dañado por las píldoras anticonceptivas que había<br />

seguido tomando antes de descubrir que éstas habían fallado y estaba embarazada.<br />

Metió la mano en el bolsillo de los vaqueros y tomó <strong>un</strong>a decisión. No había razón para seguir<br />

postergándolo más. De todas maneras era imposible seguir viviendo así. ¿Para qué seguir<br />

atormentándose? Se lo diría esa tarde. Eran necesarios dos para hacer <strong>un</strong> bebé y ya iba siendo<br />

hora de que ambos aceptaran sus responsabilidades.<br />

En cuanto acabó la f<strong>un</strong>ción de la tarde fue a buscarlo, pero la camioneta no estaba. Daisy<br />

estaba cada vez más nerviosa. Después de haber estado posponiendo esa conversación tanto<br />

tiempo, lo único que deseaba era quitarse ese peso de encima.<br />

Deberían haberse visto a la hora de la cena, pero el inspector de sanidad retuvo a Alex hasta<br />

que dio comienzo la última f<strong>un</strong>ción. Cuando se dirigió a la puerta trasera del circo antes de la<br />

actuación, Daisy lo vio j<strong>un</strong>to a Misha. Llevaba <strong>un</strong>o de los látigos enrollado al hombro y el extremo<br />

le colgaba sobre el pecho. La brisa le removía el pelo oscuro y la tenue luz arrojaba prof<strong>un</strong>das<br />

sombras a sus rasgos.<br />

No había nadie con él. Era como si hubiera dibujado <strong>un</strong> círculo invisible a su alrededor, <strong>un</strong><br />

círculo que mantenía a todo el m<strong>un</strong>do fuera, incluyéndola a ella. En especial a ella. Las lentejuelas<br />

rojas del cinturón de Alex brillaron cuando pasó la mano sobre el flanco del animal. La frustración<br />

de Daisy fue en aumento. ¿Por qué tenía que ser tan testarudo?<br />

Mientras el público reía por las travesuras de los payasos, Daisy se acercó a él. Misha resopló y<br />

echó la cabeza hacia atrás. Daisy miró a la bestia con aprensión. No importaban las veces que<br />

representara el número, n<strong>un</strong>ca se acostumbraría a él, incluyendo el aterrador momento en el que<br />

Alex la montaba delante de él en la silla.<br />

La joven se detuvo delante del caballo.<br />

—¿Crees que alguien podría sustituirte después de la f<strong>un</strong>ción? Tengo que hablar contigo.<br />

Alex le respondió sin mirarla mientras ajustaba la cincha de la silla de montar.<br />

—Tendrás que esperar. Tengo mucho que hacer.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 217

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!