Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Jill y Madeline se rieron.<br />
—Está amaestrado —dijo Jill, —no necesita correa.<br />
—¿Seguro?<br />
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—Sí. ¿Cómo os conocisteis Alex y tú? Jack Daily, el maestro de ceremonias, nos ha dicho que<br />
Alex no le ha contado nada de su amiguita.<br />
—Soy algo más que su amiguita. ¿Estás segura sobre la correa?<br />
—No te preocupes. Frankie no le haría daño ni a <strong>un</strong>a mosca.<br />
El chimpancé pareció perder interés en ella, y Daisy se relajó.<br />
—No soy la amiguita de Alex.<br />
—¿No estáis viviendo j<strong>un</strong>tos? —preg<strong>un</strong>tó Madeline.<br />
—Claro que sí. Soy su mujer.<br />
—¡Su mujer! —Jill soltó <strong>un</strong> chillido de placer que estremeció a Daisy hasta la p<strong>un</strong>ta de los pies.<br />
—¡Alex y tú estáis casados! Es genial.<br />
Madeline miró a Daisy con resentimiento.<br />
—Voy a fingir que me parece bien, a<strong>un</strong>que llevo más de <strong>un</strong> mes intentando ligármelo.<br />
—Tú y medio circo —rio Jill.<br />
—¡Dai-syyyyy!<br />
Vio que Heather la llamaba a voces desde el lado del patio.<br />
—¡Daisy! —gritó la adolescente. —Alex dice que te estás retrasando. Está bastante mosqueado<br />
contigo.<br />
Daisy se sintió avergonzada. No quería que aquellas chicas supieran que Alex y ella no se habían<br />
casado por amor.<br />
—Es <strong>un</strong> impaciente. Supongo que será mejor que me vaya. Encantada de haberos conocido. —<br />
Se dio la vuelta con <strong>un</strong>a sonrisa, pero sólo había dado <strong>un</strong>os pasos, cuando sintió <strong>un</strong> golpe en la<br />
espalda.<br />
—¡Ay! —Se volvió con rapidez y vio <strong>un</strong>a manzana mordida en el suelo al lado de ella. Más allá,<br />
Frankie gritaba con deleite mientras Jill le dirigía <strong>un</strong>a mirada avergonzada.<br />
—Lo siento —gritó. —No sé por qué actúa de esta manera. Deberías estar avergonzado,<br />
Frankie, Daisy es nuestra amiga.<br />
Las palabras de Jill mermaron el deseo de Daisy de estrangular a la pequeña bestia, así que se<br />
despidió de las dos mujeres con la mano y se dirigió hacia la caravana de la taquilla. Se corrigió<br />
mentalmente al recordar que se suponía que tenía que llamarlo El vagón rojo. Poco antes, Alex le<br />
había contado que las taquillas del circo se llamaban siempre así, fueran del color que fuesen.<br />
Heather se puso a su lado y ajustó su paso al de ella.<br />
—Quería pedirte perdón por haber sido grosera contigo ayer. Estaba de mal humor.<br />
Daisy sintió que por fin veía a la persona que se ocultaba tras aquella fachada de hostilidad.<br />
—No pasa nada.<br />
—Alex está muy cabreado. —Daisy se sorprendió al oír <strong>un</strong> atisbo de simpatía en la voz de<br />
Heather. —Sheba dice que es el tipo de hombre que n<strong>un</strong>ca está demasiado tiempo con <strong>un</strong>a mujer,<br />
así que estate preparada para... ya sabes.<br />
—¿Qué?<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 44