Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CAPÍ ÍTULLO 07<br />
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Mientras Sheba comprobaba la recaudación y hojeaba <strong>un</strong> montón de periódicos en la oficina,<br />
Daisy vendió las entradas de la seg<strong>un</strong>da f<strong>un</strong>ción. Lo hizo de <strong>un</strong>a manera mecánica, sonriéndoles a<br />
los clientes automáticamente, pero, a<strong>un</strong>que habló sin parar, sólo podía pensar en el apasionado<br />
beso que había compartido con Alex y apenas prestó atención a lo que la gente decía. Se derretía<br />
ante el recuerdo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzada. No debería haberse entregado a<br />
Alex con tal abandono cuando él no sentía ningún respeto por su matrimonio.<br />
En cuanto dejó de sonar la música de la presentación del espectáculo, Sheba abandonó el<br />
vagón rojo sin decir ni <strong>un</strong>a palabra y Daisy cerró la taquilla. Se encontraba contando el efectivo del<br />
cajón de la recaudación cuando apareció Heather. Llevaba puesto <strong>un</strong> maillot de lentejuelas<br />
doradas; el recargado maquillaje hacía que pareciera mayor de lo que era. Cinco aros rojos le<br />
colgaban de la muñeca como si fueran pulseras gigantescas y Daisy se preg<strong>un</strong>tó si iría a algún lugar<br />
sin ellos.<br />
—¿Has visto a Sheba?<br />
—Se fue hace <strong>un</strong>os minutos.<br />
Heather miró a ambos lados para cerciorarse de que estaban solas.<br />
—¿Me das <strong>un</strong> cigarrillo?<br />
—Me fumé el último esta mañana. Es <strong>un</strong> vicio horrible y además caro. Te arrepentirás de<br />
engancharte a él, Heather.<br />
—Aún no lo he hecho. Fumo sólo por distraerme. —Heather se paseó por la oficina, tocando el<br />
escritorio, la parte superior del archivador, hojeando el calendario de la pared.<br />
—¿Sabe tu padre que fumas?<br />
—¿Acaso vas a decírselo?<br />
—No he dicho eso.<br />
—Pues hazlo si quieres —repuso en tono agresivo. —De todos modos volverá a enviarme con la<br />
tía Terry.<br />
—¿Vives con ella?<br />
—Sí. Pero tiene cuatro niños y la única razón por la que está dispuesta a acogerme es el dinero<br />
que le envía papá. Además, así tiene <strong>un</strong>a canguro gratis para el bebé. Mi madre no podía ni verla<br />
—su expresión se volvió amarga, —pero mi padre sólo quiere deshacerse de mí.<br />
—No creo que sea así.<br />
—Y tú qué sabes. A él sólo le importan mis hermanos. Sheba dice que no es culpa mía, sino que<br />
Brady no sabe cómo tratar a las mujeres con las que no se puede acostar, pero sé que lo dice para<br />
que me sienta mejor. Creo que sí fuera buena con los malabarismos, él dejaría que me quedara.<br />
Ahora comprendía Daisy por qué Heather siempre llevaba los aros consigo. Estaba tratando de<br />
ganarse el afecto de su padre. Daisy lo sabía todo sobre cómo intentar complacer a <strong>un</strong> padre y lo<br />
lamentó por esa jovencita con cara de duende y boca sucia.<br />
—¿Has hablado con él? Quizá si supiera cómo te sientes no te haría volver con tus tíos.<br />
Ella puso su cara de chica dura.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 65