10.05.2013 Views

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CAPÍ ÍTULLO 22<br />

Petroff lo fulminó con la mirada.<br />

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

—¿Por qué pierdes el tiempo buscándola aquí? Ya te dije que me pondría en contacto contigo<br />

en cuanto supiera algo de ella.<br />

Alex miró por la ventana, escrutando Central Park como si pudiera encontrar la respuesta en el<br />

parque. No podía recordar cuándo había sido la última vez que había comido algo decente o<br />

dormido más de <strong>un</strong>as cuantas horas sin despertar sobresaltado. Tenía el estómago revuelto, había<br />

perdido peso y sabía que estaba hecho <strong>un</strong> desastre.<br />

Hacía <strong>un</strong> mes que Daisy había huido, pero no estaba más cerca de localizarla ahora que la<br />

noche que había desaparecido. Había seguido <strong>un</strong>a pista tras otra, faltando a más f<strong>un</strong>ciones de las<br />

que podía enumerar, pero ni él, ni el detective que había contratado, habían conseguido averiguar<br />

nada.<br />

Max le había dado <strong>un</strong>a lista de las personas con las que podía haber contactado Daisy, y Alex<br />

había ido a visitarlas a todas, pero era como si su esposa hubiera desaparecido de la faz de la<br />

tierra. Él rezaba para que sus alas de ángel la mantuvieran a salvo.<br />

Se volvió lentamente y se enfrentó a Max.<br />

—He pensado que podías haber pasado algo por alto. Daisy no tenía más de cien dólares<br />

cuando se fue.<br />

Amelia intervino desde el sofá.<br />

—Alex, ¿de verdad piensas que Max te ocultaría algo después de todo el trabajo que se tomó<br />

para que estuvierais j<strong>un</strong>tos?<br />

La manera que tenía Amelia de arquear las cejas siempre le había hecho rechinar los dientes y,<br />

con los nervios a flor de piel, Alex no pudo ocultar su desagrado.<br />

—La cuestión es que mi esposa ha desaparecido y nadie sabe dónde está.<br />

—Tranquilo, Alex. Estamos tan preocupados por ella como tú.<br />

—Te aconsejo —dijo Amelia— que le preg<strong>un</strong>tes a ese empleado que la vio por última vez.<br />

Alex había interrogado a Al Poner hasta la saciedad, y ya se había convencido de que el anciano<br />

no tenía nada más que decirle. Mientras Alex cometía la estupidez de ir a aquella tienda, Al había<br />

visto cómo Daisy se subía a <strong>un</strong> camión de dieciocho ruedas. Llevaba puestos los vaqueros y, en la<br />

mano, la pequeña maleta de Alex.<br />

—No puedo creer que hiciera autoestop —dijo Max. —Podrían haberla asesinado.<br />

Aquella angustiosa posibilidad había tenido a Alex en vilo durante tres días, pero <strong>un</strong>a tarde Jack<br />

salió precipitadamente del vagón rojo para decirle que acababa de hablar con Daisy por teléfono.<br />

Al parecer había llamado para asegurarse de que los animales estaban bien.<br />

Colgó sin mencionarlo a él en cuanto Jack intentó sonsacarle dónde se encontraba.<br />

Alex maldijo las circ<strong>un</strong>stancias que habían evitado que fuera él quien contestara al teléfono,<br />

luego recordó la media docena de llamadas que no habían tenido más respuesta que <strong>un</strong> chasquido<br />

al otro lado de la línea. Daisy había llamado hasta que fue otra persona la que respondió. No<br />

quería hablar con él.<br />

Max se paseó de <strong>un</strong> lado a otro de la estancia.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 225

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!