Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te enseñaré todo lo<br />
que quieras.<br />
Ahora sí que lo había hecho. Le había dado <strong>un</strong>a impresión totalmente errónea y tenía que<br />
corregirla.<br />
—Creo que me has interpretado mal.<br />
—Espero que no.<br />
—Lo has hecho. Sólo tenía curiosidad... Bueno, no curiosidad exactamente, pero... bueno, sí,<br />
supongo que curiosidad... A<strong>un</strong>que es natural. No deberías asumir por ello que...<br />
—¿Daisy?<br />
—¿Sí?<br />
—Si dices <strong>un</strong>a palabra más, cogeré <strong>un</strong>o de esos látigos que tanto te preocupan y veremos si<br />
puedo hacer alg<strong>un</strong>a de esas cosas pervertidas que mencionabas.<br />
Ella cogió rápidamente <strong>un</strong>as bragas limpias y <strong>un</strong>a descolorida camiseta de la Universidad de<br />
Carolina del Norte que había sacado del cajón de Alex mientras estaba en la ducha, y entró en el<br />
cuarto de baño, cerrando la puerta de <strong>un</strong> portazo.<br />
Veinte minutos después salió fresca de la ducha con la camiseta de Alex puesta. Había decidido<br />
que era preferible ponerse eso antes que el único camisón que había encontrado en la maleta, <strong>un</strong><br />
minúsculo picardías de seda rosa con mucho encaje que había comprado días antes de que Noel la<br />
traicionara con su madre.<br />
Alex dormía boca arriba, con la sábana cubriéndole las caderas desnudas. No era correcto mirar<br />
a <strong>un</strong>a persona mientras dormía, pero no podía dejar de hacerlo. Se acercó a los pies de la cama y<br />
lo observó.<br />
Dormido, él no parecía tan peligroso. A Daisy le hormiguearon las manos por tocar ese duro<br />
vientre plano. Subió la mirada desde al abdomen al pecho de Alex y admiró la perfecta simetría del<br />
torso masculino hasta que vio la medalla de oro que colgaba de <strong>un</strong>a cadena alrededor de su<br />
cuello. Cuando comprendió lo que era, se quedó paralizada.<br />
Era <strong>un</strong>a bella medalla rusa esmaltada. «... vestía harapos y llevaba <strong>un</strong> colgante esmaltado de<br />
valor incalculable en el cuello.»<br />
Se estremeció. Estudió la cara de la Virgen María que apoyaba la mejilla contra la de su hijo, y<br />
a<strong>un</strong>que no sabía mucho sobre iconos, se dio cuenta de que esa Virgen no pertenecía a la tradición<br />
italiana. La ornamentación de oro en las túnicas negras era puramente bizantina, así como el<br />
elaborado traje que llevaba el Niño Jesús.<br />
Se recordó que sólo porque Alex llevara puesto lo que obviamente era <strong>un</strong> valioso esmalte, no<br />
quería decir que la historia sobre los cosacos fuera cierta. Lo más probable es que fuera <strong>un</strong>a joya<br />
familiar heredada. Pero todavía se sentía algo inquieta cuando se dirigió al otro extremo de la<br />
caravana.<br />
El sofá estaba cubierto por la ropa que había sacado de su maleta y que había depositado j<strong>un</strong>to<br />
a <strong>un</strong> montón de periódicos y revistas, alg<strong>un</strong>os de los cuales tenían varios años. Apartó todo a <strong>un</strong><br />
lado e hizo la cama con sábanas limpias. Pero entre que ya había dormido <strong>un</strong> poco y aquellos<br />
lúgubres pensamientos que la asaltaban, no pudo conciliar el sueño, así que leyó <strong>un</strong> viejo artículo<br />
de <strong>un</strong>o de los periódicos. Eran más de las tres cuando finalmente se durmió. Pensaba que había<br />
acabado de cerrar los ojos cuando sintió que la sacudían groseramente para que se despertara.<br />
—Arriba, cara de ángel. Tenemos <strong>un</strong> largo día por delante.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 34