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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

—Porque soy yo quien se encarga de la casa de fieras. Es <strong>un</strong>o de mis animales y está bajo mi<br />

cuidado.<br />

—¿Perdón? ¿Uno de tus animales? Me temo que no.<br />

—Ya basta, Sheba—la interrumpió Alex. —¿Dónde está la gorila?<br />

—La he vendido.<br />

—¿La has vendido? —la increpó él.<br />

—Por si no lo sabíais, el circo de los Hermanos Quest está de rebajas. Como todos os quejabais<br />

de la casa de fieras, he decidido venderla.<br />

—¿No crees que deberías habérmelo dicho?<br />

—Pues la verdad es que ni se me pasó por la cabeza. —Se levantó del escritorio y llevó <strong>un</strong> fajo<br />

de documentos al archivador.<br />

Daisy dio <strong>un</strong> paso adelante cuando Sheba abrió <strong>un</strong>o de los cajones.<br />

—¿A quién se la has vendido? ¿Dónde está?<br />

—No sé por qué estás tan disgustada. ¿No era a ti a quien le gustaba decir a todo el m<strong>un</strong>do lo<br />

inhumana que era nuestra exhibición de fieras?<br />

—Eso no quiere decir que quisiera que vendieras a Glenna. Quiero saber adónde se la han<br />

llevado.<br />

—A <strong>un</strong> nuevo hogar. —Sheba cerró el cajón.<br />

—¿Adónde?<br />

—¿Estás interrogándome?<br />

Alex apoyó la mano en el hombro de Daisy.<br />

—¿Por qué no vuelves con los animales y dejas que yo me encargue de esto?<br />

—Quiero saber dónde está. Alex, tengo que decirle <strong>un</strong> montón de cosas sobre las costumbres<br />

de Glenna al nuevo propietario. Odia los ruidos fuertes y le dan miedo las personas que llevan<br />

sombreros grandes. —Se le puso <strong>un</strong> nudo en la garganta al pensar que no vería otra vez a la dulce<br />

gorila. Quería que Glenna tuviera <strong>un</strong> nuevo hogar, pero le habría gustado poder despedirse de<br />

ella. Recordó la manera en que a la gorila le gustaba asearla y se preg<strong>un</strong>tó si alg<strong>un</strong>o de sus nuevos<br />

cuidado res le dejaría hacerlo. Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. —Le encantan las<br />

ciruelas. Tengo que decirles lo de las ciruelas.<br />

Alex le dio <strong>un</strong>a palmadita en el brazo.<br />

—Escribe <strong>un</strong>a lista y me aseguraré de que la lean. Venga, ahora tengo que hablar con Sheba.<br />

Daisy quiso protestar, pero se dio cuenta de que Alex tendría más posibilidades de conseguir<br />

que Sheba colaborara si estaban solos. Se dirigió a la puerta, pero se detuvo en el umbral y volvió<br />

la mirada hacia la dueña del circo.<br />

—Ni se te ocurra hacerlo de nuevo, ¿me has oído? La próxima vez que vendas <strong>un</strong> animal, quiero<br />

saberlo antes. Y también quiero hablar con el nuevo propietario.<br />

Sheba arqueó las cejas.<br />

—No puedo creer que te atrevas a darme órdenes.<br />

—Pues créetelo. Y será mejor que me hagas caso. —Se dio la vuelta y los dejó solos.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 206

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