Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Pero a Daisy se le había agotado la paciencia. Si no resolvían sus problemas ya, no serían<br />
capaces de sacar ese matrimonio adelante.<br />
—No puedo esperar.<br />
Las holgadas mangas de la camisa blanca de Alex se hincharon cuando se incorporó.<br />
—Mira, Daisy, si es por lo de la bombona, ya te he dicho que lo siento. Sé que no ha sido fácil<br />
vivir conmigo estos últimos días, pero he tenido <strong>un</strong>a semana muy dura.<br />
—Has tenido muchas semanas duras, pero n<strong>un</strong>ca lo has pagado conmigo.<br />
—¿Cuántas veces tengo que disculparme?<br />
—No quiero tus disculpas. Lo único que quiero es hablar de los motivos por los que te<br />
distancias de mí.<br />
—Déjalo estar, ¿vale?<br />
—No puedo. —El número de los payasos llegaba a su fin. Daisy sabía que ése no era el mejor<br />
momento para hablar, pero ahora que había comenzado, no podía parar. —Nos estamos haciendo<br />
daño el <strong>un</strong>o al otro. Tenemos <strong>un</strong> futuro j<strong>un</strong>tos y necesitamos hablar de ello. —Le acarició el brazo<br />
esperando que se apartara y, como no lo hizo, Daisy se sintió confiada para seguir. —Estos meses<br />
han sido los mejores de mi vida. Me has ayudado a encontrarme a mí misma, y espero haberte<br />
ayudado a hacer lo mismo. —Le puso las manos en el pecho y sintió el latido del corazón de Alex a<br />
través de la tela de seda. La flor de papel que llevaba entre los pechos crujió y el extremo del<br />
látigo rozó la mano de Daisy. —¿No sientes cómo nos envuelve el amor? ¿No estamos mejor<br />
j<strong>un</strong>tos que separados? Somos perfectos el <strong>un</strong>o para el otro —sin haberlo planeado siquiera, las<br />
palabras que había estado conteniendo tanto tiempo surgieron de su boca, —y también lo<br />
seremos para el bebé que estamos esperando.<br />
Durante <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do no pasó nada. Y luego todo cambió. Los tendones del cuello de Alex se<br />
tensaron y los ojos se le oscurecieron mientras la miraba con algo que parecía terror. Después<br />
retorció la cara en <strong>un</strong>a máscara de furia.<br />
Daisy apartó las manos de su pecho. El instinto la impulsó a escapar, pero ya había hecho lo<br />
más difícil y estaba dispuesta a mantenerse firme.<br />
—Alex, no he buscado este bebé. Ni siquiera sé cómo ocurrió. Pero no voy a mentirte y a decir<br />
que lo siento.<br />
—Confié en ti —dijo el sin apenas mover los labios.<br />
—En ningún momento he traicionado tu confianza.<br />
Alex cerró los puños y tragó compulsivamente. Por <strong>un</strong> momento, Daisy pensó que iba a<br />
golpearla.<br />
—¿De cuánto estás?<br />
—De <strong>un</strong>os dos meses y medio.<br />
—¿Cuánto hace que lo sabes?<br />
—Más o menos <strong>un</strong> mes.<br />
—¿Lo sabes desde hace <strong>un</strong> mes y no me has dicho nada?<br />
—Me daba miedo decírtelo.<br />
La alegre música de los payasos fue en aumento señalando el final del número. Alex y ella eran<br />
los siguientes. Digger, que era el encargado de enviar a Misha a la pista en el p<strong>un</strong>to álgido de la<br />
actuación, se acercó para hacerse cargo del caballo.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 218