Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—Creciste protegida, Daisy, pero yo lo hice de la manera más cruda. Mucho más cruda de lo<br />
que puedas imaginar. Cuando creces así, tienes que aprender a protegerte de alg<strong>un</strong>a manera,<br />
tienes que aferrarte a algo que impida que te conviertas en <strong>un</strong>a bestia. En mi caso fue el orgullo.<br />
N<strong>un</strong>ca me doblego. Jamás.<br />
—No puedes condicionar tu vida por eso. El orgullo no es tan importante como otras cosas.<br />
—¿Como cuáles?<br />
—Como... —Ella vaciló, como si supiera que a él no le iba a gustar nada lo que estaba a p<strong>un</strong>to<br />
de decir. —Como el cariño y la compasión. Como el amor.<br />
Él se sintió viejo y cansado.<br />
—El amor no existe para mí.<br />
—Existe para todo el m<strong>un</strong>do.<br />
—No para mí. No te hagas ideas románticas conmigo, Daisy. Sólo sería <strong>un</strong>a pérdida de tiempo.<br />
He aprendido a vivir según mis reglas. Intento ser honesto y lo más justo posible. Por este motivo<br />
paso por alto que me hayas tirado la tarta. Comprendo que esto es duro para ti y supongo que lo<br />
estás haciendo lo mejor posible. Pero no conf<strong>un</strong>das justicia con sentimientos. No soy <strong>un</strong><br />
sentimental. Puede que eso de las emociones f<strong>un</strong>cione con otras personas, pero no conmigo.<br />
—Esto no me gusta —susurró ella, —no me gusta nada.<br />
—Has caído en manos del diablo, cariño. Cuanto antes lo aceptes, mejor será para ti —dijo él<br />
cuando por fin habló con <strong>un</strong>a voz que n<strong>un</strong>ca había sonado tan triste.<br />
Alex entró en el baño, cerró la puerta y apretó los párpados, intentando apartar de su mente el<br />
juego de emociones que había visto cruzar por el rostro de su esposa. Había visto de todo: cautela,<br />
inocencia y <strong>un</strong>a esperanza casi aterradora de que quizás él no fuera tan malo como parecía.<br />
Pobre cabeza hueca.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 54