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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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CAPÍ ÍTULLO 10<br />

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

A Alex nada le había dado tanta lástima como su pobre esposa cabeza hueca. Le dio la espalda a<br />

la cazuela de chile que estaba cocinando y la observó entrar en la caravana, con la ropa tan sucia<br />

que podría haber salido de <strong>un</strong>a pocilga. Briznas de heno y restos de comida para anímales se<br />

pegaban a lo que le quedaba de coleta. Tenía los brazos salpicados de barro y olía que apestaba.<br />

Como Alex también había sido el blanco de la llama más de <strong>un</strong>a vez, reconoció el olor.<br />

—¿También has tenido <strong>un</strong> encontronazo con Lollipop?<br />

Ella masculló algo indescifrable y se dirigió al donnicker.<br />

Alex sonrió y volvió a remover el chile.<br />

—No te he entendido. ¿Qué has dicho?<br />

La respuesta de la joven tuvo el acento bien educado de alguien acostumbrado a las cosas<br />

buenas de la vida.<br />

—Vete a freír espárragos. —Y cerró la puerta de <strong>un</strong> portazo.<br />

Él se rio entre dientes.<br />

—¿Ha sido tu primer encuentro con <strong>un</strong>a llama?<br />

Ella no contestó.<br />

Alex echó otra cucharada de pimienta picante, añadió salsa caliente a la mezcla y la probó.<br />

Demasiado suave.<br />

No se oía ningún sonido en el baño, ni siquiera el del agua. Con el ceño fr<strong>un</strong>cido, dejó la salsa<br />

picante al fuego.<br />

—¿Daisy? —Como ella no respondió, él se acercó al baño y llamó a la puerta. —¿Daisy? ¿Te<br />

pasa algo?<br />

Nada.<br />

Giró la manija y la vio inmóvil, delante del espejo, con las lágrimas cayéndole en silencio por las<br />

mejillas mientras miraba su propio reflejo.<br />

Alex notó <strong>un</strong> extraño sentimiento de ternura en su interior.<br />

—¿Qué te ocurre, cariño?<br />

Ella no se movió, las lágrimas continuaron deslizándosele por las mejillas.<br />

—No es que n<strong>un</strong>ca haya sido tan guapa como mi madre, pero ahora estoy horrible.<br />

En lugar de irritarlo, ver que ella había perdido cualquier rastro de vanidad le tocó la fibra<br />

sensible.<br />

—Yo creo que eres muy hermosa, cara de ángel, incluso cuando estás sucia. Pero te sentirás<br />

mejor después de ducharte.<br />

Daisy no se movió. Seguía con la mirada clavada en el espejo mientras las lágrimas le caían por<br />

la barbilla.<br />

Él se agachó a su lado, le levantó <strong>un</strong> pie y le quitó la deportiva y el calcetín. Luego hizo lo mismo<br />

con el otro.<br />

—Por favor, vete. —Daisy lo dijo con la misma dignidad muda que él había observado en ella<br />

durante los últimos diez días mientras se concentraba en completar <strong>un</strong>a tarea tras otra. —Estás<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 97

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