Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Daisy tenía razón sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Se había portado como <strong>un</strong><br />
tonto. Pero era porque lo habían cogido por sorpresa. No quería que se celebrara algo que no<br />
tenía ning<strong>un</strong>a importancia. Si él no tomaba precauciones, ella se tomaría ese matrimonio muy en<br />
serio.<br />
Pensó que n<strong>un</strong>ca había conocido a <strong>un</strong>a mujer con tantas contradicciones. Ella había dicho que<br />
él era como <strong>un</strong> robot sin sentimientos, pero se equivocaba. Claro que tenía sentimientos. Sólo que<br />
no eran los que ella quería; la vida le había enseñado a Alex que era incapaz de tenerlos.<br />
Se dijo a sí mismo que tenía que prestar atención a la carretera, pero no pudo resistirse a mirar<br />
hacia abajo, al cálido y delgado cuerpo que se acurrucaba contra él. Daisy tenía las piernas<br />
recogidas sobre el asiento y, finalmente, había perdido la batalla contra la camiseta que se le había<br />
subido y mostraba la suave curva interior del muslo. Los ojos de Alex cayeron sobre las diminutas<br />
bragas. Cuando el calor se le concentró en la ingle, apartó la mirada enfadado consigo mismo por<br />
someterse a esa tortura. «Dios, era tan hermosa.»<br />
Y además era tonta y mimada, y más superficial de lo que nadie podía imaginar. N<strong>un</strong>ca había<br />
conocido a <strong>un</strong>a mujer que se pasara tanto tiempo delante del espejo. Pero a pesar de todos esos<br />
defectos, Alex tenía que admitir que Daisy no era la joven egoísta y egocéntrica que él había creído<br />
que era. Poseía <strong>un</strong>a inesperada y perturbadora dulzura que la hacía parecer más vulnerable de lo<br />
que él quería.<br />
Cuando Daisy salió de los servicios del bar de carretera donde le acababa de pedir <strong>un</strong> cigarrillo a<br />
<strong>un</strong>a señora, vio que Alex estaba ligando de nuevo con <strong>un</strong>a camarera. A<strong>un</strong>que él le había dejado<br />
claro que no tenía intención de tomarse en serio su matrimonio, verlo actuar de esa manera la<br />
deprimió. Cuando lo observó asentir con la cabeza a algo que le había dicho la camarera, Daisy se<br />
dio cuenta de que su marido le estaba dando la excusa perfecta para ignorar los votos<br />
matrimoniales. La horrible escena de la tarta y lo que él había dicho después deberían haberla<br />
liberado de su compromiso. Él no tenía intención de mantener los votos, ¿por qué tendría que<br />
hacerlo ella?<br />
Porque su conciencia no le ofrecía otra opción. Re<strong>un</strong>ió valor y, componiendo <strong>un</strong>a sonrisa, se<br />
dirigió hacia el reservado de vinilo naranja. Ni la camarera ni Alex le prestaron atención cuando se<br />
deslizó en el asiento. Una tarjeta identificativa con forma de tetera indicaba que la chica se<br />
llamaba Tracy. Estaba muy maquillada, pero no se podía negar su belleza. Y Alex parecía <strong>un</strong><br />
hombre encantador que le ofrecía <strong>un</strong>a amplía y perezosa sonrisa y <strong>un</strong>a mirada apreciativa.<br />
Por fin él pareció darse cuenta de la presencia de Daisy.<br />
—¿Ya de vuelta, hermanita?<br />
«¡Hermanita!»<br />
Él le dirigió <strong>un</strong>a sonrisa desafiante.<br />
—Tracy y yo estamos conociéndonos.<br />
—Estoy tratando de convencer a tu hermano de que me espere —dijo Tracy. —Termino el<br />
turno en <strong>un</strong>a hora.<br />
Daisy supo que si no ponía fin a ese tipo de cosas de inmediato, Alex pensaría que podía ignorar<br />
alegremente sus responsabilidades durante seis meses. Se inclinó hacia delante y le dio a la<br />
camarera <strong>un</strong>a palmadita en la mano que tenía apoyada en la mesa.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 57