Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Jack no había mostrado reacción alg<strong>un</strong>a, así que evidentemente sabía más de la vida de su<br />
marido que ella. Tal certeza le dolió.<br />
—Debe de ser <strong>un</strong> descuido por su parte, pero Alex no me ha dicho qué rama de la medicina<br />
practica.<br />
Jack cogió otra carpeta.<br />
—Tal vez porque no quiere que lo sepas.<br />
Daisy se sentía carcomida por la frustración.<br />
—Cuéntame lo que sabes de él, Jack.<br />
—En el circo aprendemos a no meter las narices en la vida de los demás. Si alguien quiere<br />
hablar sobre su pasado, lo hace. Si no, es as<strong>un</strong>to suyo.<br />
Ella se dio cuenta de que lo único que había conseguido era avergonzarse a sí misma. Hizo<br />
tiempo hojeando alg<strong>un</strong>os periódicos y se escapó de allí lo más rápidamente que pudo.<br />
Encontró a Alex acuclillado j<strong>un</strong>to a Misha, examinando la herradura del caballo. Lo observó<br />
durante <strong>un</strong> buen rato.<br />
—Eres veterinario.<br />
—¿De qué hablas?<br />
—Eres veterinario.<br />
—¿Desde cuándo?<br />
—¿No lo eres?<br />
—No sé de dónde sacas esas ideas.<br />
—Acabas de recibir <strong>un</strong>a llamada. Alguien quería hablar con el doctor Markov.<br />
—¿Y?<br />
—Si no eres veterinario, ¿qué tipo de doctor eres?<br />
Él se puso en pie y palmeó el cuello de Misha.<br />
—¿No has pensado que podía ser <strong>un</strong> apodo?<br />
—¿Un apodo?<br />
—De mis días de prisión. Ya sabes que los convictos le ponen apodos a todo el m<strong>un</strong>do.<br />
—¡No has estado en prisión!<br />
—Pero si lo dijiste tú misma. Por asesinar a aquella camarera.<br />
Daisy pateó el suelo con frustración.<br />
—¡Alex Markov, dime ahora mismo a qué te dedicas cuando no estás en el circo!<br />
—¿Por qué quieres saberlo?<br />
—¡Soy tu esposa! Merezco saber la verdad.<br />
—Todo lo que necesitas saber es que tienes delante de ti a <strong>un</strong> antipático artista circense que<br />
posee <strong>un</strong> pésimo sentido del humor. No necesitas saber nada más.<br />
—Eso es lo más indulgente y condescendiente...<br />
—No es mi intención ser condescendiente, cariño. Pero no quiero que te hagas ilusiones. Esto<br />
es lo que hay. Una gira con el circo de los Hermanos Quest. Caravana y trabajo duro. —La<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 154