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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

el ancho agujero de las medias, la chamuscada chaqueta de raso se le caía de <strong>un</strong> hombro y los<br />

zapatos se h<strong>un</strong>dían en algo demasiado blando. Afligida, Daisy bajó la mirada para asegurarse de<br />

que había pisado justo lo que se temía.<br />

—¡Señor Markov!<br />

El chillido de la joven tenía <strong>un</strong> deje de histeria, pero él pareció no oírla y siguió caminando hacia<br />

la hilera de caravanas. Ella restregó la suela del zapato por la arena, llenándoselo de polvo durante<br />

el proceso. Con <strong>un</strong>a exclamación ahogada, Daisy echó a andar de nuevo.<br />

Alex se acercó a dos vehículos que estaban aparcados <strong>un</strong>o al lado del otro. El más cercano era<br />

<strong>un</strong>a moderna caravana plateada con <strong>un</strong>a antena parabólica. Al lado había otra caravana abollada y<br />

oxidada que parecía haber sido verde en otra vida.<br />

«Por favor, que sea la caravana de la parabólica en vez de la otra. Por favor...»<br />

Él se paró ante la fea caravana verde, abrió la puerta y desapareció en el interior. Daisy gimió,<br />

luego se dio cuenta de que estaba tan entumecida emocionalmente que ni siquiera era capaz de<br />

sorprenderse.<br />

Alex reapareció en la puerta <strong>un</strong> momento después y observó cómo se acercaba tambaleándose<br />

hacia él.<br />

Cuando al fin llegó al combado peldaño de metal, él le ofreció <strong>un</strong>a sonrisa cínica.<br />

—Hogar, dulce hogar, cara de ángel. ¿Quieres que te coja en brazos para cruzar el umbral?<br />

A pesar del sarcástico comentario, ella eligió ese momento en particular para recordar que<br />

n<strong>un</strong>ca la habían cogido en brazos para cruzar <strong>un</strong> umbral y que a pesar de las circ<strong>un</strong>stancias, éste<br />

era el día de su boda.<br />

Quizá poner <strong>un</strong> toque sentimental los ayudaría a los dos a sacar algo positivo de esa terrible<br />

experiencia.<br />

—Sí, gracias.<br />

—¿Estás de coña?<br />

—¿Quiere o no quiere hacerlo?<br />

—No quiero.<br />

Ella intentó disimular la decepción.<br />

—Vale.<br />

—Es <strong>un</strong>a puta caravana.<br />

—Ya lo veo.<br />

—Ni siquiera creo que las caravanas tengan umbrales.<br />

—Si hay <strong>un</strong>a puerta, hay <strong>un</strong> umbral. Incluso <strong>un</strong> iglú tiene umbral.<br />

Por el rabillo del ojo, ella vio que comenzaba a formarse <strong>un</strong>a multitud a su alrededor. Alex<br />

también se dio cuenta.<br />

—Vamos, entra.<br />

—Es usted quien se ha ofrecido.<br />

—Estaba siendo sarcástico.<br />

—Ya me he fijado que lo hace mucho. Y por si nadie se lo ha dicho n<strong>un</strong>ca, es <strong>un</strong>a costumbre<br />

molesta.<br />

—Entra, Daisy.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 18

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