Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—¿No podías terminar de explicármelo? —despotricó él. —No, claro que no. Hubiera sido<br />
demasiado lógico.<br />
Ella parpadeó ante la dureza de sus ojos y se odió a sí misma con todas sus fuerzas por no ser el<br />
tipo de persona capaz de devolverle los gritos.<br />
—Cuando me dijiste que tomabas la píldora, tenías que habérmelo contado todo, Daisy. ¡Tenías<br />
que haberme dicho que acababas de empezar a tomarlas, que no llevabas ni <strong>un</strong> mes con el<br />
tratamiento, que todavía existía alg<strong>un</strong>a jodida posibilidad de que te quedaras embarazada! ¿No<br />
podías habérmelo explicado todo?<br />
Ella se clavó las uñas en las pal mas de las manos para no llorar. Al mismo tiempo se maldecía a<br />
sí misma por permitir que le hiciera eso.<br />
—¡Contéstame de <strong>un</strong>a puta vez!<br />
El nudo en la garganta de Daisy se había vuelto tan grande que tuvo que obligarse a escupir las<br />
palabras.<br />
—Me... dejé llevar por la p-pasión.<br />
Parte de la tensión pareció abandonar el cuerpo de Alex. Él soltó <strong>un</strong> poco el acelerador y la miró<br />
con el ceño fr<strong>un</strong>cido.<br />
—¿Estás llorando?<br />
Ella alzó la barbilla y negó con la cabeza pero, al mismo tiempo, le resbaló <strong>un</strong>a lágrima por la<br />
mejilla. Daisy no podía soportar la idea de volver a llorar delante de él. La joven siempre había<br />
odiado la facilidad con que se le saltaban las lágrimas.<br />
Él bajó el tono de voz y recobró el control.<br />
—Daisy, lo siento. —Miró por el espejo retrovisor y dirigió la camioneta al arcén.<br />
—¡No te atrevas a parar! —le dijo ella con fiereza.<br />
Las ruedas levantaron la grava cuando Alex detuvo la camioneta, ignorando como siempre los<br />
deseos de Daisy. Intentó abrazarla, pero ella se apartó.<br />
—¡No soy <strong>un</strong>a debilucha! —le espetó mientras se enjugaba las lágrimas con furia.<br />
—No he dicho que lo fueras.<br />
—¡Pero lo piensas! Es cierto que lloro con facilidad, pero eso no quiere decir nada y no estoy<br />
tratando de manipularte con lágrimas. Quiero que te disculpes porque estás portándote como <strong>un</strong><br />
imbécil, no porque esté llorando y te remuerda la conciencia.<br />
—Definitivamente, estoy portándome como <strong>un</strong> imbécil.<br />
—No puedo evitar llorar. Siempre he sido <strong>un</strong>a persona muy emotiva. Bebés, an<strong>un</strong>cios<br />
sensibleros, baladas. Veo u oigo algo y lo siguiente que sé es que...<br />
—Daisy estoy tratando de disculparme. Si quieres, puedes seguir llorando, pero cállate, ¿vale?<br />
Ella sorbió por la nariz y buscó <strong>un</strong> pañuelo de papel en el bolso.<br />
—Vale.<br />
—No ha estado bien que te grite. Estaba enfadado conmigo mismo y me he desquitado contigo.<br />
Fui yo quien te impidió explicarte anoche. Fue culpa mía. N<strong>un</strong>ca había sido tan irresponsable antes<br />
y, la verdad, no lo entiendo. Supongo que simplemente... —Él vaciló.<br />
Ella se sonó la nariz.<br />
—¿Te dejaste arrastrar por la pasión?<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 112