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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

cansada, Daisy había podido recordar con claridad lo sucedido la noche en que había desaparecido<br />

el dinero y pensó que era el momento apropiado para hablar con la chica.<br />

Heather dejó caer <strong>un</strong> aro cuando ella se acercó, y mientras se agachaba para recogerlo, miró a<br />

Daisy con cautela.<br />

—Quiero hablar contigo. Heather. Vamos a sentarnos en las gradas.<br />

—No tengo nada que hablar contigo.<br />

—Estupendo. Entonces hablaré yo. Muévete. Heather la miró con resentimiento pero<br />

respondió a su tono autoritario. Después de recoger los aros, siguió a Daisy, arrastrando las<br />

sandalias.<br />

Daisy se sentó en la tercera fila y Heather lo hizo <strong>un</strong>a fila más abajo. Tater localizó <strong>un</strong> lugar<br />

cerca de la seg<strong>un</strong>da base y comenzó a revolcarse en el lodo, que es lo que hacen los elefantes para<br />

enfriarse.<br />

—Supongo que vas a largarme <strong>un</strong> rollo por lo de Alex.<br />

—Alex está casado, Heather, y el matrimonio es <strong>un</strong> vínculo sagrado entre <strong>un</strong> hombre y <strong>un</strong>a<br />

mujer. Nadie tiene derecho a intentar romperlo.<br />

—¡No es justo! No te lo mereces.<br />

—No eres quién para juzgar eso.<br />

—¿De verdad eres tan santurrona?<br />

—¿Cómo voy a ser santurrona? —dijo Daisy con voz queda. —Soy <strong>un</strong>a ladrona, ¿recuerdas?<br />

Heather se llevó los dedos a la boca y comenzó a morderse las uñas.<br />

—Todos te odian por haber robado ese dinero.<br />

—Ya lo sé. Pero eso no es justo, ¿verdad?<br />

—Por supuesto que es justo.<br />

—Pero las dos sabemos que yo no lo hice.<br />

Heather se puso tensa y permaneció <strong>un</strong> largo seg<strong>un</strong>do en silencio antes de contestar.<br />

—Sí que lo hiciste.<br />

—Tú estuviste en el vagón rojo esa noche después de que Sheba comprobara la recaudación;<br />

antes de que yo cerrara el cajón.<br />

—¿Qué más da? ¡No robé el dinero y no puedes acusarme de nada!<br />

—Hubo <strong>un</strong>a llamada para Alex. Cogí el teléfono y mientras estaba distraída, metiste la mano en<br />

el cajón de la recaudación y robaste los doscientos dólares.<br />

—¡No lo hice! ¡No puedes demostrarlo!<br />

—Luego te colaste en nuestra caravana y escondiste el dinero en mi maleta para que todos<br />

pensaran que había sido yo.<br />

—¡Mientes!<br />

—Debería haberme dado cuenta de inmediato, pero estaba tan cansada por intentar<br />

acostumbrarme a todo esto que se me olvidó que habías estado allí.<br />

—Mientes —repitió Heather, a<strong>un</strong>que esta vez con menos vehemencia. —Y como le vayas con el<br />

cuento a mi padre, lo lamentarás.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 138

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