Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
—Lo que eres, es <strong>un</strong> bastardo deslenguado. Lo insultaba a propósito. Era como si ella misma<br />
quisiera que la lastimara, y el estaba dispuesto a complacerla. Le abrió la bata y se la arrancó de <strong>un</strong><br />
tirón.<br />
Sheba se quedó desnuda salvo por <strong>un</strong>as provocativas bragas de seda color púrpura. Tenía los<br />
pechos grandes y los pezones oscuros del tamaño de <strong>un</strong>a moneda de medio dólar. Ya no tenía el<br />
vientre plano y sus caderas eran más redondeadas de lo que deberían ser. Era voluptuosa y<br />
madura en toda la extensión de la palabra, y Brady n<strong>un</strong>ca había deseado tanto a <strong>un</strong>a mujer.<br />
Ella no hizo ningún intento por cubrirse, sino que le sostuvo la mirada con <strong>un</strong> descaro tal que le<br />
dejó sin aliento. Sheba arqueó la espalda y colocó la pierna izquierda delante de la derecha con <strong>un</strong><br />
movimiento elegante. Luego plantó la mano sobre la cadera. Sus pechos se balancearon ante<br />
Brady y éste perdió el control. —Que te jodan. Ella siguió provocándole.<br />
—Eso intento, Brady. Eso intento.<br />
Intentó cogerla, pero olvidó lo veloz que era. Sheba se alejó con rapidez, con el pelo rojo<br />
flotando a su espalda y los pechos rebotando. Brady se abalanzó tras ella, pero se le volvió a<br />
escurrir entre los dedos. Sheba se rio, pero no fue <strong>un</strong> sonido agradable.<br />
—¿Estas mayor para esto, Brady?<br />
Iba a domesticarla, no importaba lo que tuviera que hacer. Impondría su vol<strong>un</strong>tad sobre esa<br />
mujer.<br />
—No tienes ni la más mínima oport<strong>un</strong>idad —se burló él.<br />
—Ya veremos. —Sheba le arrojó <strong>un</strong>a de las pesas, que cayó rodando al suelo como si fuera <strong>un</strong><br />
bolo.<br />
A pesar de la sorpresa, él la esquivó con facilidad. Vio <strong>un</strong> destello de desafío en los ojos de<br />
Sheba y cómo le brillaban los pechos por el sudor. El juego había comenzado.<br />
Brady hizo <strong>un</strong>a finta a la izquierda y luego se volvió a la derecha. Por <strong>un</strong> momento, la tomó por<br />
sorpresa, pero cuando él le rozó el brazo con los dedos, ella dio <strong>un</strong> salto y se colgó de la barra de<br />
ejercicios que había en el dintel de la puerta.<br />
Con <strong>un</strong> grito tri<strong>un</strong>fal, Sheba comenzó a balancearse, hacia delante y atrás. Arqueó la espalda y<br />
encogió las piernas, usándolas para golpearlo. Sus pechos se movían como <strong>un</strong>a invitación y<br />
aquellas diminutas bragas púrpuras se deslizaron a <strong>un</strong> lado, revelando el vello rojizo que cubrían.<br />
Brady n<strong>un</strong>ca había visto nada más hermoso que Sheba Cardoza Quest, la reina de la pista central,<br />
actuando para él en esa representación privada.<br />
Aquello sólo tenía <strong>un</strong>a salida posible. Brady se quitó la camiseta y los zapatos. Ella siguió<br />
meciéndose mientras observaba cómo él se quitaba los pantalones cortos. A Brady no le gustaba<br />
llevar ropa interior y estaba desnudo debajo de ellos.<br />
Los ojos de la mujer escrutaron cada centímetro de su cuerpo; Brady sabía que ella apreciaba lo<br />
que veía.<br />
Cuando se acercó, Sheba le dio <strong>un</strong>a patada, pero él la sujetó por los tobillos.<br />
—Bueno, a ver qué tenemos aquí. Le separó lentamente las piernas formando <strong>un</strong> arco. —Eres<br />
<strong>un</strong> demonio, Brady Pepper.<br />
—Ya deberías saberlo. —Le recorrió las corvas con los labios y siguió explorando, ascendiendo<br />
por el músculo del interior del muslo. Cuando alcanzó el retazo de seda púrpura, se detuvo <strong>un</strong><br />
momento para mirarla a los ojos, luego inclinó la cabeza y la mordisqueó a través de la delicada<br />
tela.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 198