Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
el pelo. —Pero ¿por qué te cuento todo esto? Si supieras algo de mujeres no andarías detrás de<br />
Sheba.<br />
—No pienso discutir contigo.<br />
—Daisy se pondrá bien. Es sólo cuestión de tiempo.<br />
—Puede que tengas razón.<br />
—Te aseguro que la tengo.<br />
Si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad. La echaba de menos. Ahora Daisy<br />
ya no lloraba. Aquellas lágrimas repentinas que habían sido parte de ella como el aire que<br />
respiraba, habían desaparecido; era como si se hubiese anestesiado para no sentir nada.<br />
Recordaba cómo solía lanzarse a sus brazos desde la rampa del camión, su risa, cómo le acariciaba<br />
el pelo. La necesitaba como n<strong>un</strong>ca había necesitado a nadie... Y para colmo, la noche anterior<br />
había tocado fondo.<br />
Hizo <strong>un</strong>a mueca sólo de recordarlo.<br />
Estaba soñando que Daisy le sonreía como antes, con su cara iluminada por completo y<br />
ofreciéndose a él. Se había despertado acurrucado contra ella. Había pasado demasiado tiempo<br />
desde la última vez que habían hecho el amor y la deseaba demasiado para alejarse.<br />
Le deslizó la mano por la cadera y por el vientre redondeado. Ella se despertó al momento y se<br />
tensó bajo sus caricias, pero no se apartó. Ni siquiera se resistió cuando le separó los muslos y se<br />
colocó encima. Daisy se mantuvo inmóvil mientras él añadía <strong>un</strong> pecado más a la lista de los que ya<br />
había cometido contra ella. Se había sentido como <strong>un</strong> violador y esa mañana ni siquiera se había<br />
afeitado para no verse en el espejo.<br />
—Sigue hablando con Heather —dijo Brady. —Pero no como solía hacerlo. Heather está tan<br />
preocupada como todos nosotros.<br />
Heather terminó los tacos que Sheba había preparado y se limpió los dedos en la servilleta de<br />
papel.<br />
—¿Quieres saber lo que me dijo mi padre ayer por la noche?<br />
Sheba la miró desde el fregadero.<br />
—Claro.<br />
Heather sonrió ampliamente, luego resopló.<br />
—Me dijo: «Bueno, Heather, saca tus cosas del sofá. Que te quiera tanto no significa que quiera<br />
mancharme el culo de maquillaje.»<br />
Sheba se rio.<br />
—Tu padre sabe cómo engatusar a la gente.<br />
—Sheba, aquel día en el aeropuerto... —Heather parpadeó. —Mi padre tenía los ojos llenos de<br />
lágrimas.<br />
—Te quiere mucho.<br />
—Supongo que sí. —Su sonrisa se desvaneció. —Me siento culpable de ser tan feliz cuando<br />
Daisy está tan jodida. Ayer dije «joder» delante de ella y ni siquiera se inmutó.<br />
Sheba pasó <strong>un</strong> paño por la encimera de la cocina.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 238