Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CAPÍ ÍTULLO 24<br />
—¡Alex!<br />
<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
Él alzó la cabeza del motor de la grúa con rapidez en cuanto oyó la voz de Daisy gritando su<br />
nombre y sonando exactamente igual que solía hacerlo. Se sintió esperanzado. Quizás aún no se<br />
había acabado todo. Tal vez Daisy no quiso decir lo que dijo dos noches atrás y no tendría que<br />
llevarla al aeropuerto esa misma tarde.<br />
Arrojó al suelo la llave inglesa que estaba usando y se volvió para mirarla. Sus esperanzas se<br />
desvanecieron en cuanto vio la expresión de su esposa.<br />
—¡Sinj<strong>un</strong> no está! Han descargado a todos los animales y el no estaba entre ellos. También falta<br />
Trey.<br />
Brady salió desde detrás de la grúa donde estaba intentando ayudar a Alex.<br />
—Seguro que es cosa de Sheba. Me apuesto lo que sea.<br />
La cara de Daisy palideció de ansiedad.<br />
—¿Te ha comentado algo?<br />
—No, pero se ha comportado como <strong>un</strong>a verdadera arpía estos dos últimos días.<br />
Daisy miró a Alex y, por primera vez desde que la había ido a buscar al zoológico de Chicago, él<br />
sintió que lo miraba de verdad.<br />
—¿Sabías algo de esto?<br />
—No, no me ha dicho nada.<br />
—Sabe lo que sientes por ese tigre —dijo Brady. —Supongo que lo ha vendido a tus espaldas.<br />
—Pero no puede hacer eso. ¡Es mío! —Daisy se mordió el labio como si se diera cuenta de que<br />
lo que había dicho no era cierto.<br />
—Antes fui a ver a Sheba —dijo Brady, —pero había desaparecido. Fue Shorty quien trajo su<br />
RV, pero el Cadillac no estaba por ningún lado.<br />
Daisy cerró los puños.<br />
—Le ha hecho algo terrible a Sinj<strong>un</strong>. Lo sé.<br />
Alex quiso consolarla, pero sospechaba que Daisy tenía razón.<br />
—Haré alg<strong>un</strong>as llamadas a ver si averiguo algo. ¿Por qué no habláis con los empleados por si<br />
alguien sabe algo?<br />
Pero nadie sabía nada. Durante las dos horas siguientes hablaron con todos y sólo descubrieron<br />
que nadie había visto a Sheba desde la tarde anterior.<br />
Daisy estaba cada vez más histérica. ¿Dónde estaba Sinj<strong>un</strong>} ¿Qué había hecho Sheba con él?<br />
Había descubierto bastantes cosas sobre el tráfico ilegal de animales viejos del circo, sabía que era<br />
improbable que el tigre acabara en <strong>un</strong> zoo. ¿Qué le ocurriría a su tigre?<br />
Se hizo tarde para llevar a Daisy al aeropuerto. Alex había insistido en que ella se quedara con<br />
su padre hasta decidir lo que quería hacer, pero ahora eso no tenía importancia. Pasó j<strong>un</strong>to al<br />
Lexus gris con matrícula de Connecticut —otra muestra más de lo culpable que se sentía Alex— y<br />
se sentó en la parte trasera de la camioneta que la había trasladado durante todo el verano hasta<br />
llegar a esa desolada noche de octubre. Desde allí, observó el recinto.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 243