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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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—No puedes decirme lo que tengo que hacer en mi tiempo libre.<br />

—No tienes tiempo libre —le recordó.<br />

—Entonces supongo que tendré que trabajar más rápido.<br />

<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

Él la miró durante <strong>un</strong> buen rato. Daisy vio brillar en sus ojos algo que no pudo comprender del<br />

todo. ¿Un poco de reconocimiento? ¿Un atisbo de respeto?<br />

—¿De verdad quieres hacerlo? —le preg<strong>un</strong>tó él.<br />

—Sí.<br />

—¿Estás segura de saber lo que haces?<br />

Ella le sostuvo la mirada sin pestañear.<br />

—No tengo la menor idea.<br />

Una emoción que casi parecía ternura brilló en los ojos de Alex, pero desapareció tan pronto<br />

como éste asintió bruscamente con la cabeza.<br />

—Vale, estarás a prueba durante <strong>un</strong>os días. Puedes trabajar aquí <strong>un</strong> par de horas a primera<br />

hora de la mañana y luego te encargarás de hacer lo que te mande Neeco.<br />

Digger comenzó a protestar.<br />

—¡Pero necesito ayuda! ¡No puedo hacerlo todo yo solo!<br />

—Tampoco puede hacerlo Daisy —dijo Alex en voz baja.<br />

Sorprendida, la joven clavó los ojos en él. Él arqueó <strong>un</strong>a ceja.<br />

—¿Algo más?<br />

Daisy acababa de recordar que le daban miedo los animales, pero no era el momento de sacar<br />

el tema a colación y negó con la cabeza.<br />

—Entonces, serás tú quien se ocupe de las fieras.<br />

Mientras Alex se alejaba, Daisy pensó que cada vez que lo consideraba el malo de la película, él<br />

la sorprendía. También se dio cuenta de que ya no le daba miedo. No de verdad. Alex tenía <strong>un</strong>as<br />

reglas duras y, para Daisy, injustas, pero siempre se ceñía a ellas y Daisy no podía imaginárselo<br />

comprometiéndose en algo en lo que no creyera.<br />

Durante las horas siguientes, regó las jaulas con la manguera y limpió la porquería acumulada<br />

mientras intentaba mantenerse lo más alejada posible de los animales. Cuando por fin terminó,<br />

estaba incluso más sucia que cuando empezó, dado que se había añadido barro a la mugre que la<br />

cubría.<br />

Convenció a <strong>un</strong>o de los trabajadores para que moviera la jaula de Sinj<strong>un</strong> a la sombra, luego le<br />

puso heno limpio a Chester y a Lollipop. El camello intentó patearla, pero la llama se mantuvo<br />

tranquila, y cuando Daisy miró los ojos somnolientos de Lollipop, decidió que por fin había<br />

encontrado <strong>un</strong> animal que le gustaba.<br />

—Eres toda <strong>un</strong>a dama, Lollipop. Nos vamos a llevar muy bien.<br />

La llama movió los belfos y le lanzó <strong>un</strong> escupitajo maloliente.<br />

Eso era gratitud, sí señor.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 96

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