Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel
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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />
SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />
mujer mostraba tal seguridad en sí misma que era imposible que fuera <strong>un</strong>a visita y Daisy supo que<br />
sólo podía tratarse de Bathsheba Quest.<br />
Un cliente se acercó a comprar entradas para la seg<strong>un</strong>da f<strong>un</strong>ción. Daisy charló con él <strong>un</strong>os<br />
minutos y, cuando se fue, Sheba había desaparecido. Tan pronto como despachó a todos los que<br />
acudieron a la taquilla, Daisy comenzó a curiosear el contenido de <strong>un</strong> sobre lleno de recortes de<br />
viejos periódicos locales.<br />
El número de Alex con el látigo era mencionado en varios artículos fechados dos años antes y<br />
no se volvía a mencionar hasta hacía <strong>un</strong> mes. Ella sabía que los circos cambiaban las actuaciones y<br />
que los artistas iban de <strong>un</strong> lugar a otro, lo que hizo que se preg<strong>un</strong>tara dónde habría actuado Alex<br />
en la época en que no viajaba con el circo de los Hermanos Quest.<br />
Cuando acabó la primera f<strong>un</strong>ción apareció <strong>un</strong>o de los trabajadores, <strong>un</strong> hombrecillo viejo y<br />
marchito con <strong>un</strong> l<strong>un</strong>ar en <strong>un</strong>a mejilla.<br />
—Soy Pete. Alex me ha enviado para que me encargue de la taquilla. Tienes que volver a la<br />
caravana para probarte <strong>un</strong> maillot.<br />
Daisy le dio las gracias y se dirigió a la caravana. Cuando entró, se quedó sorprendida al ver a<br />
Sheba Quest delante del fregadero lavando los platos del almuerzo rápido que Alex y Daisy habían<br />
tomado <strong>un</strong>as horas antes.<br />
—No tienes por qué fregar eso.<br />
Sheba se volvió y se encogió de hombros.<br />
—No me gusta esperar sin hacer nada.<br />
Daisy se sintió doblemente insultada: primero por no tener la cocina limpia y luego por la<br />
tardanza. No añadiría a esos pecados ser maleducada.<br />
—¿Te gustaría tomar <strong>un</strong>a taza de té?¿0 quizás <strong>un</strong> refresco...?<br />
—No. —La mujer cogió <strong>un</strong> trapo y se secó las manos. —Soy Sheba Quest, pero supongo que ya<br />
lo sabes.<br />
Al verla más de cerca, Daisy fue consciente de que la dueña del circo llevaba <strong>un</strong> maquillaje más<br />
llamativo del que ella hubiera elegido. No es que no le quedara bien, pero combinado con aquella<br />
ropa colorida y algo provocativa j<strong>un</strong>to con aquellos extravagantes complementos, resultaba<br />
evidente que sus patrones de belleza habían sido influenciados por la vida en el circo.<br />
—Soy Daisy Devreaux. O más bien Daisy Markov. Todavía no me he acostumbrado al cambio.<br />
Una prof<strong>un</strong>da emoción cruzó por el rostro de Sheba. Una prof<strong>un</strong>da repulsión combinada con<br />
<strong>un</strong>a hostilidad casi palpable. Al momento, Daisy supo que Sheba Quest no sería su amiga.<br />
Se obligó a permanecer inmóvil bajo el frío escrutinio de Sheba.<br />
—A Alex le gusta comer bien. Apenas tienes nada en la nevera.<br />
—Lo sé. Aún no me he organizado. —No tuvo valor de señalarle a Sheba que no estaba bien<br />
andar fisgoneando.<br />
—Le gustan los espaguetis y la lasaña, y le encanta la comida mexicana. Pero no malgastes el<br />
tiempo haciéndole postres. No le gustan los dulces, salvo en el desay<strong>un</strong>o.<br />
—Gracias por decírmelo. —Daisy notó que se le volvía el estómago. Sheba pasó la mano por el<br />
desconchado mostrador. —Este lugar es horrible. Alex inició la gira en <strong>un</strong>a caravana nueva, pero<br />
se deshizo de ella la semana pasada y comenzó a utilizar ésta a<strong>un</strong>que me ofrecí a conseguirle algo<br />
mejor.<br />
Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 60