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Susan Elizabeth Phillips – Besar a un Ángel

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<strong>Besar</strong> a <strong>un</strong> <strong>Ángel</strong><br />

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS<br />

—No estábamos en <strong>un</strong> pueblo y no había ni <strong>un</strong> alma en los alrededores, así que deja de<br />

preocuparte.<br />

—Eso no parece <strong>un</strong>a promesa.<br />

Daisy contempló los campos de Indiana que se extendían a ambos lados de la carretera.<br />

—Te has fijado que Jack y Jill pasan mucho tiempo j<strong>un</strong>tos últimamente. ¿No sería gracioso que<br />

se casaran? Lo digo por esa serie de televisión que se llama así.<br />

—No intentes cambiar de tema y prométeme que no volverás a ponerte en peligro. —Tomó <strong>un</strong><br />

largo sorbo de café de la taza que agarraba firmemente con la mano.<br />

—¿De verdad crees que Sinj<strong>un</strong> me haría daño?<br />

—No es <strong>un</strong> gato doméstico, por mucho que te empeñes en creer lo contrario. Los animales<br />

salvajes son imprevisibles. No vuelvas a dejarlo suelto, ¿me has entendido? De ning<strong>un</strong>a manera.<br />

—Te he hecho <strong>un</strong>a preg<strong>un</strong>ta. ¿Crees que me haría daño?<br />

—No a propósito. Es evidente que está loco por ti, pero la historia del circo está llena de<br />

animales dóciles que se volvieron contra sus domadores. Y Sinj<strong>un</strong> ni siquiera es dócil.<br />

—Está conmigo y odia la jaula. De verdad. Ya te he dicho que n<strong>un</strong>ca lo dejo salir si estamos<br />

cerca de <strong>un</strong>a zona habitada. Y ya viste por ti mismo que no había nadie cerca esta mañana. Si<br />

hubiera habido alguien, no le hubiera abierto la puerta.<br />

—Como no volverás a dejarlo libre, nada de esto tiene importancia. —Alex se terminó el café y<br />

colocó la taza en el suelo de la camioneta. —¿Qué ha sucedido con la mujer con la que me casé?<br />

¿La que creía que la gente civilizada no se levantaba antes de las once?<br />

—Se casó con <strong>un</strong> tipo del circo.<br />

Daisy oyó aquella prof<strong>un</strong>da y entrecortada risa, y devolvió la atención a la carretera. Sabía que<br />

a Alex le preocupaba que hubiera dejado suelto a Sinj<strong>un</strong> y esperaba que no se diera cuenta de que<br />

no le había prometido nada.<br />

Heather cerró la puerta de la Airstream de su padre y salió al fresco de la noche. Llevaba puesto<br />

<strong>un</strong> camisón amarillo de algodón con <strong>un</strong> dibujo de Garfield, y los pies desnudos se le h<strong>un</strong>dieron en<br />

la hierba húmeda. El circo ya había sido desmontado, pero ella se sentía demasiado mal consigo<br />

misma como para prestar atención a la familiar visión. Clavó la mirada en su padre, que estaba<br />

sentado j<strong>un</strong>to a la puerta del Airstream en <strong>un</strong>a silla azul y blanca mientras fumaba el único<br />

cigarrillo que se permitía a la semana.<br />

Por <strong>un</strong>a vez no había ning<strong>un</strong>a mujer rondándolo. Ni las showgirls ni las jóvenes del lugar que<br />

siempre le perseguían. La idea de que su padre practicara el sexo le repelía, pero sabía que era<br />

irremediable. Por lo menos era discreto, que era más de lo que podía decir de sus hermanos. Su<br />

padre siempre les reñía por decir obscenidades cerca de ella.<br />

Brady todavía no la había visto y la brasa del cigarrillo brilló cuando dio otra calada. Heather<br />

apenas había comido nada en la cena, pero sentía como si fuera a vomitar sólo de pensar en lo<br />

que tenía que hacer esa noche. Ojalá pudiera taparse las orejas y ahogar por completo la voz de su<br />

conciencia, pero cada día era más fuerte. La atormentaba de tal manera que ni siquiera podía<br />

dormir por la noche y no lograba retener la comida en el estómago. Guardar silencio se había<br />

convertido en <strong>un</strong> castigo peor que decir la verdad.<br />

Escaneado por PACI <strong>–</strong> Corregido por Mara Adilén Página 193

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