Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

El período de Ohio y Misuri
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
• La predicación del Evangelio mediante las Escrituras y por
medio del Espíritu es la mejor forma de responder a las
críticas de los enemigos de la Iglesia (véase D. y C. 71:1–8;
véase también Alma 1:16, 25–26; 4:15–16, 19; D. y C. 42:12–14;
el encabezamiento de D. y C. 73).
• El Señor confundirá a quienes se opongan a Sus siervos y
a Su obra (véase D. y C. 71:9–11; véase también Jacob 7:1–2,
13–20; Alma 12:1).
Otras fuentes de estudio
• La historia de la Iglesia en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos: Religión 324–325, págs. 126–128.
• Doctrina y Convenios, Manual para el alumno: Religión 324–325,
págs. 141–142.
Sugerencias para la enseñanza
Doctrina y Convenios 71. La predicación del Evangelio
mediante las Escrituras y por medio del Espíritu es la
mejor forma de responder a las críticas de los enemigos
de la Iglesia . (10–15 minutos.)
Pregunte a los alumnos:
• ¿Qué sienten cuando escuchan criticar o levantar falsos
testimonios en contra de la Iglesia o de sus líderes?
• ¿Cómo deben reaccionar los miembros fieles de la Iglesia
ante las críticas?
Explique que los santos de la época del profeta José Smith
tuvieron también que afrontar acusaciones falsas similares.
Comparta la información de los antecedentes históricos
correspondientes a la sección 71 de uno de los siguientes
manuales de institutos o de los dos: La historia de la Iglesia en
la dispensación del cumplimiento de los tiempos, págs. 126–128;
Doctrina y Convenios, Manual para el alumno, pág. 141. Lean
Doctrina y Convenios 71:1, 4, 7–11 y pregunte:
• ¿Qué dijo el Señor al profeta José en cuanto a la forma en
que debía responder?
• ¿Qué le prometió el Señor a José?
Diga a los alumnos que, excepto cuando se les llame para que
lo hagan, los líderes de la Iglesia deben evitar participar en
debates o foros (simposios) públicos en que se discuta o se hable
de la posición de la Iglesia. La Iglesia advierte a los miembros
que vayan a participar en esa clase de foros que pueden causar
mucho daño si interpretan mal la posición de la Iglesia y hace
hincapié en que los miembros que participen en ellos no hablen
en nombre de la Iglesia. (Véase Dallin H. Oaks, “Las voces
distintas”, Liahona, julio de 1989, págs. 34–38.) Lean 3 Nefi
11:28–20 y después explíqueles que inclusive aquellos que
tienen llamamientos específicos de representar a la Iglesia ante
el público deben evitar el debate y el espíritu de contención.
Comparta la declaración del presidente Spencer W. Kimball
en la Introducción de la sección 71 de esta lección. Pregunte:
¿Qué esperanza brinda esta declaración para quienes reaccionan
apropiadamente ante la crítica? Pida a los alumnos que lean
Alma 1:16, 25–26; 4:15–16, 19; Doctrina y Convenios 42:12–14
y que se fijen en qué dicen esos versículos con relación a los
principios que se haya analizado. Invite a los alumnos a
hacer una cadena de Escrituras entrelazando esos pasajes
con Doctrina y Convenios 71:7–11. Lean el encabezamiento de
Doctrina y Convenios 73 y vean el impacto que la enseñanza
del Evangelio tuvo en la gente que tenía sentimientos
negativos hacia la Iglesia.
Introducción
Doctrina y Convenios 72
A Edward Partridge, el primer obispo de la Iglesia, se le llamó
para prestar servicio en Independence, Misuri. Dado que
Independence estaba a más de 1.300 kilómetros de Kirtland,
era también necesario un obispo para el área de Kirtland.
En la revelación registrada en la sección 72, el Señor llamó
a Newel K. Whitney para prestar servicio como el segundo
obispo de la Iglesia y para oficiar en el área de Kirtland
(véanse los vers. 1–8). El Señor hizo entonces una reseña
de algunas de las responsabilidades del obispo (véanse los
versículos 9–26).
El presidente Gordon B. Hinckley dio más información acerca
de los deberes del obispo en nuestros días:
“Siento un profundo aprecio por nuestros obispos. Me siento
hondamente agradecido por la revelación del Todopoderoso
por la cual este oficio se creó y funciona…
“…Esperamos que sean el sumo sacerdote presidente del barrio,
consejero de la gente, defensor y auxiliador de los que tengan
problemas, consolador de los que tengan pesares, abastecedor
de los necesitados. Esperamos que sean el guardián y el
protector de la doctrina que se enseñe en su barrio, de la
calidad de la enseñanza que se imparta, de que se llenen los
diversos oficios que sean necesarios…
“…Ustedes deben encargarse de que nadie pase hambre,
de que nadie carezca de ropa o de techo. Deben estar al tanto
de las circunstancias de todas las personas a las que presiden.
“Deben ser un consuelo y una guía para su gente. Su puerta
debe estar siempre abierta para ayudar a los que pidan auxilio.
Deben ser fuertes para ayudar a las personas a llevar sus cargas.
Deben mostrar amor aun a los que hagan mal” (“Los pastores
del rebaño”, Liahona, julio de 1999, págs. 61–67).
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