Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Doctrina y Convenios 95
Otras fuentes de estudio
• Doctrina y Convenios, Manual para el alumno: Religión 324–325,
págs. 208–209.
Sugerencias para la enseñanza
Doctrina y Convenios 94:1–12. A los miembros de la
Iglesia se les manda edificar templos y otros edificios
de acuerdo con los modelos revelados por el Señor.
(15–20 minutos.)
Diga a los alumnos: Imagínense que se encuentran visitando
un país que tiene un estadio deportivo en el centro de cada
ciudad y de cada pueblo.
• ¿Qué piensan que es importante para la gente de esas
comunidades?
• Si fueran ustedes los encargados de diseñar una comunidad,
¿qué pondrían en el centro de ella? ¿Por qué?
Muestre a los alumnos láminas de edificios de la Iglesia (por
ejemplo, Las bellas artes del Evangelio números 500, 502 y 503).
Explíqueles que en 1996, el presidente Gordon B. Hinckley
dijo que la Iglesia edificaba unas 375 capillas al año (véase
“…pues no se ha hecho esto en algún rincón”, Liahona, enero
de 1997, pág. 59). Pregunte:
• ¿Por qué la Iglesia edifica tantos edificios al año?
• ¿Por qué esos edificios hacen prosperar la obra del Señor?
Lean Doctrina y Convenios 94:1–12 y a medida que lo hagan
analicen las preguntas siguientes:
• ¿Qué deseaba el Señor en el centro de Kirtland? (“mi casa”
en el versículo 1 se refiere al Templo de Kirtland; véase
D. y C. 95:8).
• ¿Qué mensaje envía eso a la Iglesia y al mundo?
• ¿En qué otros momentos en las Escrituras o en la historia
de la Iglesia el Señor colocó un templo en el centro de algo?
(El tabernáculo de Moisés estaba en el centro del campamento
de Israel [véase Números 2:2, 17]. La ciudad de Salt Lake fue
diseñada tomando como referencia el Templo de Salt Lake.)
• ¿Por qué debe ser el templo el centro de nuestra vida?
Comparta las siguientes citas del presidente Howard W. Hunter:
“Consideren el templo el gran símbolo de su condición
de miembros” (véase “Preciosas y grandísimas
promesas”, Liahona, enero de 1995, pág. 9).
“Las ordenanzas del templo son de importancia vital,
pues no podemos regresar a la presencia de Dios sin
ellas” (“Sigamos al Hijo de Dios”, Liahona, enero de
1995, págs. 100–101).
Invite a los alumnos a reflexionar sobre cuál es el centro de
sus vidas. Pídales que tomen en cuenta qué pensaría alguien
que los observara que es el centro de sus vidas. Pregunte:
¿Cómo se sabe cuál es el centro de la vida de una persona?
Pida a los alumnos que lean Doctrina y Convenios 94:3, 10
y contesten las preguntas siguientes:
• ¿Qué otros dos edificios mandó construir el Señor a los
miembros de la Iglesia?
• ¿Qué es importante para el Señor, según lo demuestra el
mandamiento de edificar esos tres edificios? (Las ordenanzas
del templo, la autoridad del sacerdocio y las Escrituras.)
• ¿Por qué son cruciales para el progreso de la Iglesia la
autoridad del sacerdocio y las Escrituras?
• ¿Por qué son ellas importantes para ustedes en forma
personal?
Introducción
Doctrina y Convenios 95
El 27 de diciembre de 1832 el Señor mandó a la Iglesia construir
un templo en Kirtland (véase D. y C. 88:119). Para junio de 1833,
los santos no habían todavía obedecido ese mandamiento. El
presidente Spencer W. Kimball dijo:
“¿Cuán a menudo decimos: ‘Sí, obedeceré el mandamiento…
pero ahora no tengo ni tiempo ni dinero, así que obedeceré
más adelante’? ¡Oh pueblo necio! Mientras nos demoramos, la
cosecha llegará a su fin y no seremos salvos… Ahora es cuando
debemos obedecer la voluntad del Señor” (véase “El ejemplo
de Abraham”, Liahona, diciembre de 1975, pág. 3).
Doctrina y Convenios 95 se recibió como recordatorio de ese
principio.
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
• Dios reprende a quienes ama. Su castigo nos ayuda a
arrepentirnos y a buscar Sus bendiciones (véase D. y C.
95:1–2, 10; véase también Hebreos 12:5–6; Helamán 15:3;
D. y C. 97:6–7).
• Los templos son lugares en los que el Señor bendice a Sus
siervos, los prepara para hacer Su obra y los inviste con
poder (véase D. y C. 95:3–8; véase también D. y C. 39:15;
110:9–10).
• Quienes guardan los mandamientos disfrutan del amor
de Dios, mientras que quienes son desobedientes andan en
tinieblas (véase D. y C. 95:6, 11–12; véase también Salmos
119:105).
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