Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Doctrina y Convenios 88
• Lean Santiago 4:1–2. ¿De acuerdo con esos versículos,
¿por qué existen las guerras?
• ¿Por qué permite Dios que haya guerras?
Comparta la siguiente declaración de los presidentes Joseph
Fielding Smith, Anthon H. Lund y Charles W. Penrose, que
fueron miembros de la Primera Presidencia:
“No existe la menor duda de que Dios puede evitar la
guerra, prevenir el delito, eliminar la pobreza, ahuyentar
la obscuridad, vencer el error y hacer que todo sea
brillante, hermoso y agradable. Sin embargo, eso
destruiría un atributo vital y fundamental del hombre:
el derecho de ejercer su albedrío” (en James R. Clark,
comp., Messages of the First Presidency of The Church of
Jesus Christ of Latter-day Saints, 6 tomos, 1965–1975,
tomo IV, págs. 325–326).
Lean Doctrina y Convenios 87:5–6 y pregunte a los alumnos
qué piensan de esa declaración. Explique que aun cuando
esas guerras sean aterradoras, el Señor no nos ha dejado sin
una esperanza.
Lean los versículos 7–8 y busquen el mensaje de esperanza del
Señor. Pida a los alumnos que definan qué es un “lugar santo”.
Permítales que nombren tantos lugares santos como se acuerden
y escríbalos en la pizarra. Lean y analicen el comentario
correspondiente a Doctrina y Convenios 87:8 enDoctrina
y Convenios, Manual para el alumno: Religión 324–325, págs.
183–184. Invite a los alumnos a nombrar formas en las cuales
pueden permanecer en los lugares santos. Testifique que aun
cuando los santos no serán inmunes a las destrucciones de los
últimos días, el Señor protegerá espiritualmente a los justos
(véase D. y C. 63:32–34).
Introducción
Doctrina y Convenios 88
El presidente Joseph Fielding Smith, en ese tiempo Presidente
del Quórum de los Doce, dijo:
“Desde las épocas más remotas, el olivo ha sido el emblema de paz
y de pureza… En las parábolas contenidas en las Escrituras, la
casa de Israel, o los pueblos que han hecho convenio con el
Señor, han sido comparados al olivo.
“Aun en estos días modernos, cuando las cosas andan al revés,
nosotros nos referimos a la rama del olivo como al emblema
de la paz, y usualmente se representa como que la lleva en el
pico la paloma de la paz. Cuando el profeta José Smith envió
a los miembros en Misuri una copia de la sección 88 de Doctrina
y Convenios, una de las revelaciones más importantes que se
han dado al hombre, él dijo: ‘Les envío la hoja de olivo que
hemos cortado del Árbol del Paraíso’ [History of the Church,
tomo I, pág. 316]” (véase Doctrines of Salvation, tomo III, págs.
180–181).
Las enseñanzas de Doctrina y Convenios 88 proporcionan
paz, esperanza y guía en medio de los problemas del mundo.
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
• Al Espíritu Santo se le llama también el Consolador y el
Santo Espíritu de la promesa. Si somos fieles a nuestros
convenios, por medio del Espíritu Santo podremos recibir
la promesa de la vida eterna (véase D. y C. 88:1–5; véase
también D. y C. 132:7, 19).
• La Luz de Cristo procede de la presencia de Dios, da vida
y luz a toda creación y es la ley por la cual todas las cosas
se gobiernan (véase D. y C. 88:6–13, 41; véase también
Moroni 7:16–19).
• El cuerpo espiritual y el cuerpo físico comprenden el alma
del hombre. Ellos serán unidos inseparablemente durante
la Resurrección (véase D. y C. 88:14–17; véase también
D. y C. 93:33–34).
• La tierra será limpia y santificada y se convertirá en un
reino celestial para quienes sean dignos de obtenerlo (véase
D. y C. 88:17–20, 25–26; véase también D. y C.130:8–9).
• La gloria que obtengamos en la vida venidera se decidirá
de acuerdo con las leyes que obedezcamos en esta vida.
Nuestros cuerpos resucitados serán vivificados por esa
misma gloria (véase D. y C. 88:20–40; véase también
Alma 41:3–5).
• Dios ha creado muchos mundos y visita a cada uno de
ellos en su debido tiempo. Nosotros nos preparamos para
Su llegada al arrepentirnos de nuestros pecados y al obedecer
Sus leyes (véase D. y C. 88:34–86).
• El Señor nos manda limpiarnos del pecado (véase D. y C.
88:74–76, 86; véase también D. y C. 38:42).
• Después de haber recibido el Evangelio, debemos ser
diligentes en enseñarlo a los demás (véase D. y C. 88:77–85).
• Después de que el mundo rechace el testimonio de los
siervos del Señor, Él enviará el testimonio de terremotos,
truenos, relámpagos y tempestades (véase D. y C. 88:87–96;
véase también D. y C. 43:23–25).
• Quienes hayan vivido dignos de la gloria celestial resucitarán
primero, seguidos de los que sean dignos de la gloria
terrestre y después los dignos de la gloria telestial. Los hijos
de perdición, o sea, los que permanecen sucios aún, serán
los últimos en resucitar (véase D. y C. 88:29–32, 96–102;
véase también 1 Tesalonicenses 4:16–17; 2 Nefi 9:14–16;
D. y C. 76:25–112).
• El Salvador reinará sobre la tierra durante el Milenio.
Cristo y Sus discípulos finalmente saldrán victoriosos sobre
Satanás y sus seguidores (véase D. y C. 88:103–116; véase
también Apocalipsis 20:7–10).
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