Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...
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El gran p<strong>la</strong>n <strong>de</strong> felicidad<br />
nosotros ahora; es un hombre glorificado, y está sentado sobre<br />
su trono allá en los cielos” (Enseñanzas <strong>de</strong>l Profeta José Smith,<br />
pág. 427).<br />
El Padre Celestial es el padre <strong>de</strong> nuestro cuerpo espiritual<br />
(véase Números 16:22; Hechos 17:29; Hebreos 12:9; Moisés 3:5).<br />
Él posee <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> todos los atributos y gozos divinos, y<br />
<strong>de</strong>sea que Sus hijos lleguen a ser como Él (véase Mateo 5:48;<br />
2 Nefi 9:18; Moisés 1:39).<br />
La creación espiritual<br />
Abraham vio que todos los hijos <strong>de</strong>l Padre Celestial eran<br />
“inteligencias”, o espíritus, que habían sido organizados antes<br />
que existiera el mundo (véase Abraham 3:18–23). El presi<strong>de</strong>nte<br />
Packer enseñó: “Los espíritus <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres<br />
son eternos (véase D. y C. 93:29–31; véase también José Smith,<br />
Enseñanzas <strong>de</strong>l Profeta José Smith, págs. 183–184, 251–252). Todos<br />
son hijos e hijas <strong>de</strong> Dios y vivieron en una vida preterrenal<br />
como Su progenie espiritual (véase Números 16:22; Hebreos<br />
12:9; D. y C. 76:24). El espíritu <strong>de</strong> toda persona es semejante a<br />
esa misma persona en <strong>la</strong> vida terrenal, varón y mujer (véase<br />
D. y C. 77:2; 132:63; Moisés 6:9–10; Abraham 4:27). Todos son<br />
a <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> padres celestiales” (The P<strong>la</strong>y and the P<strong>la</strong>n, pág. 3).<br />
En “La familia: Una proc<strong>la</strong>mación para el mundo”, <strong>la</strong> Primera<br />
Presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró: “Todos los seres humanos, hombres y<br />
mujeres, son creados a <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Dios. Cada uno es un<br />
amado hijo o hija espiritual <strong>de</strong> padres celestiales y, como tal,<br />
cada uno tiene una naturaleza y un <strong>de</strong>stino divinos. El ser<br />
hombre o mujer es una característica esencial <strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>ntidad<br />
y el propósito eternos <strong>de</strong> los seres humanos en <strong>la</strong> vida<br />
premortal, mortal y eterna” (Liahona, junio <strong>de</strong> 1996, pág. 10;<br />
véase también D. y C. 29:31–32; Moisés 3:5; Antiguo Testamento:<br />
Génesis–2 Samuel [Religión 301, Manual <strong>de</strong>l alumno, 1983],<br />
pág. 11).<br />
El albedrío<br />
“1. Todos los seres están sujetos a <strong>la</strong> ley divina, <strong>la</strong> obediencia<br />
a <strong>la</strong> cual proporciona bendiciones. La <strong>de</strong>sobediencia da<br />
como resultado el sufrimiento y <strong>la</strong> con<strong>de</strong>nación.<br />
“2. Toda persona posee el don divino <strong>de</strong>l albedrío para escoger<br />
entre el bien y el mal. Una persona pue<strong>de</strong> adorar cómo,<br />
dón<strong>de</strong> y a qué o a quién quiera, pero sólo por medio <strong>de</strong>l<br />
aprendizaje y <strong>la</strong> obediencia a <strong>la</strong>s leyes celestiales pue<strong>de</strong><br />
ser exaltada.<br />
“3. Toda persona pue<strong>de</strong> escoger por sí misma lo que hará<br />
sólo si obtiene conocimiento <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal y se <strong>de</strong>ja<br />
influenciar por uno o por otro” (“Basic Doctrine”, Charge<br />
to Religious Educators, tercera edición, 1994, pág. 85).<br />
El ejercer apropiadamente nuestro albedrío moral es esencial<br />
para llegar a ser como Dios (véase 2 Nefi 2:14–16). Sin embargo,<br />
el que se nos conceda <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> escoger conlleva<br />
algunas consecuencias. No obstante lo importante que sea el<br />
albedrío para nuestro progreso, era inevitable que no siempre<br />
escogiéramos correctamente. Como el apóstol Pablo escribió:<br />
“por cuanto todos pecaron, y están <strong>de</strong>stituidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong><br />
Dios” (Romanos 3:23). Esa consecuencia se anticipó y se<br />
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hicieron <strong>la</strong>s previsiones para el<strong>la</strong> en el p<strong>la</strong>n que el Padre<br />
presentó a Sus hijos en el concilio preterrenal.<br />
El Gran Concilio y <strong>la</strong> Guerra en los Cielos<br />
Después <strong>de</strong> que nuestro Padre Celestial nos hubo proporcionado<br />
cuerpos espirituales en ese mundo preterrenal, éramos más<br />
como Él, pero aún carecíamos <strong>de</strong> muchos atributos esenciales.<br />
Él es un ser exaltado y perfecto con un cuerpo físico glorificado;<br />
nosotros no lo éramos. El Padre convocó a Sus hijos en un<br />
gran concilio en el cielo y presentó Su p<strong>la</strong>n para ayudarnos<br />
a llegar a ser como Él (véase Moisés 4:1–4; Abraham 3:22–27).<br />
El presi<strong>de</strong>nte Packer dijo:<br />
“En el concilio <strong>de</strong> los Dioses, se respaldó el p<strong>la</strong>n <strong>de</strong>l Padre<br />
Eterno (véase Alma 34:9; véase también Enseñanzas <strong>de</strong>l Profeta<br />
José Smith, pág. 433). El p<strong>la</strong>n estipu<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> creación <strong>de</strong> una<br />
tierra sobre <strong>la</strong> cual Sus hijos recibirían cuerpos físicos y serían<br />
probados <strong>de</strong> acuerdo con Sus mandamientos (véase Moisés<br />
6:3–10, 22, 59; Abraham 3:24–25; 4:26–27). En <strong>la</strong> vida preterrenal,<br />
a todo espíritu se le proporcionaron oportunida<strong>de</strong>s para<br />
apren<strong>de</strong>r y obe<strong>de</strong>cer. A cada uno se le dio el albedrío (véase<br />
Alma 13:3–5).<br />
“Se convocó un gran concilio en los cielos (véase Enseñanzas<br />
<strong>de</strong>l Profeta José Smith, págs. 433, 442–443). El p<strong>la</strong>n divino requería<br />
que se enviara a alguien para que fuera salvador y re<strong>de</strong>ntor<br />
y <strong>de</strong> esa forma llevar a cabo el p<strong>la</strong>n <strong>de</strong>l Padre. Jehová, el<br />
Primogénito <strong>de</strong>l Padre Eterno, se ofreció voluntariamente<br />
y fue escogido (véase Moisés 4:1–2; Abraham 3:19, 22–27).<br />
“La mayoría apoyó esa elección; pero otros se rebe<strong>la</strong>ron y se<br />
<strong>de</strong>sató una guerra en el cielo. Satanás y los que lo siguieron,<br />
rebelándose contra el p<strong>la</strong>n <strong>de</strong>l Padre, fueron expulsados y se<br />
les negó <strong>la</strong> vida mortal (véase Apocalipsis 12:7–13; D. y C.<br />
29:36; 76:28; Moisés 4:3).<br />
“A quienes guardaron el primer estado (uste<strong>de</strong>s están entre<br />
ellos) les sería añadido un cuerpo físico y se les permitiría vivir<br />
sobre <strong>la</strong> tierra en este segundo estado como se había p<strong>la</strong>neado<br />
(véase Abraham 3:26). A cada uno se le fijó el tiempo y los<br />
límites <strong>de</strong> su habitación (véase Deuteronomio 32:8; Hechos<br />
17:26). A algunos se les preor<strong>de</strong>nó para ser profetas (véase<br />
Alma 13:7–9; Abraham 3:23; véase también Enseñanzas <strong>de</strong>l<br />
Profeta José Smith, págs. 453–454)” (The P<strong>la</strong>y and the P<strong>la</strong>n,<br />
pág. 3; véase también “Guerra en los Cielos” en <strong>la</strong> Guía para<br />
el Estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Escrituras, pág. 86).<br />
La creación física<br />
La creación física <strong>de</strong> los cielos, <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra y <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s<br />
cosas que hay en el<strong>la</strong> fue otro paso indispensable para que<br />
pudiéramos ser como nuestro Padre Celestial (véase Moisés<br />
1:33–39; Abraham 3:24–26). Cuando Dios creó <strong>la</strong> tierra, era<br />
buena “en gran manera” (véase Moisés 2:31) y un lugar bello<br />
y en el<strong>la</strong> había abundancia (véase Génesis 1–2; Moisés 2; 3:7–25;<br />
Abraham 4–5; véase también D. y C. 59:16–20; Antiguo<br />
Testamento: Génesis–2 Samuel [Religión 301, Manual <strong>de</strong>l alumno,<br />
1983], págs. 7–16).<br />
APÉNDICE