Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

PERÍODO DE NAUVOO
Introducción
Doctrina y Convenios
124–125
Los santos fueron expulsados de Misuri durante el invierno
de 1838–1839 y se dirigieron a Illinois y a Iowa, donde se
establecieron en ambos lados del río Misisipí. Sobre el lado
del río que pertenece a Illinois, edificaron Nauvoo, La Ciudad
Hermosa. Sobre el lado que pertenece a Iowa, edificaron
Zarahemla y Nashville. (Véase D. y C. 125.) Los santos tuvieron
más poder político en Illinois que en Misuri. Formaron una
milicia, fundaron una universidad y controlaron los asuntos
de la ciudad. Sin embargo, todo ello pasaba a segundo plano
ante una obra mucho más importante.
El presidente Joseph Fielding Smith, en ese entonces Presidente
del Quórum de los Doce, escribió:
“Tan pronto como el Profeta y los hermanos llegaron a Nauvoo
después de su encarcelamiento y persecuciones en Misuri, el
Señor dio instrucciones para que se construyera un templo en
Nauvoo. Para esa fecha, la plenitud de la doctrina de salvación
por los muertos ya había sido revelada, y la importancia
de efectuar ordenanzas por ellos estaba impreso como con
letras de fuego en la mente del Profeta, por lo que éste había
transmitido toda su trascendencia a los santos, tanto por medio
de discursos como por escrito. No cabe la menor duda de que
José Smith había orado al Señor sobre ello, y esta revelación
[D. y C. 124] es la respuesta a sus ruegos” (Church History and
Modern Revelation, 2 tomos, 1953, tomo II, págs. 265–266).
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
Nota: Estudie todos los bloques de Escrituras asignados, ore al
respecto y tome en cuenta los principios que se mencionan bajo
este subtítulo antes de preparar sus lecciones.
• El Señor mandó a la Iglesia preparar una proclamación del
Evangelio y enviarla a los gobernantes de la tierra (véase
D. y C. 124:1–11).
• El Señor conoce a Sus siervos de manera individual y les
aconseja y guía por medio de la revelación personal y los
líderes inspirados (véase D. y C. 124:12–21, 62–118; véase
también Alma 5:37–41).
• El templo es el único lugar en el que se obtiene la plenitud
de las ordenanzas del sacerdocio para redimir a los vivos
y a los muertos (véase D. y C. 124:25–45, 55; véase también
D. y C. 128:11–15).
• Si tratamos con diligencia de cumplir con los mandamientos
del Señor pero nos lo impiden los enemigos, el Señor los
hará responsables a ellos y no a nosotros. Él puede cambiar
Sus mandamientos y bendecir nuestros fieles esfuerzos a
pesar de nuestra falta de aptitud (véase D. y C. 124:45–54;
véase también D. y C. 56:3–4).
• Debemos evitar poner nuestro criterio por encima de la
sabiduría del Señor o la de Sus siervos (véase D. y C.
124:84–85; véase también Isaías 55:8–9; 2 Nefi 9:28–29).
• El Señor estableció oficios del sacerdocio para la obra del
ministerio y del perfeccionamiento de los santos (véase
D. y C. 124:91–93, 123–143; véase también Efesios 4:11–16).
• El Señor dirige a los santos a congregarse y a prepararse
para lo que sucederá en el futuro (véase D. y C. 125; véase
también D. y C. 82:14; 115:5–6).
Otras fuentes de estudio
• La historia de la Iglesia en la dispensación del cumplimiento de los
tiempos: Religión 341–343, págs. 275, 288–289, 328, 345–348.
• Doctrina y Convenios, Manual para el alumno: Religión 324–325,
págs. 284–292.
Sugerencias para la enseñanza
Nota: Al prepararse para enseñar el bloque de Escrituras
asignado, elija algunas de las ideas se encuentran bajo este
subtítulo o utilice otras de su propia elección.
Doctrina y Convenios 124. La misión tripartita de
la Iglesia es proclamar el Evangelio, perfeccionar
a los santos y redimir a los muertos. (50–60 minutos.)
S M T W TH F S
Ponga a la vista una máquina
fotográfica colocada en un trípode
(o dibújelo en la pizarra). Pregunte
a los alumnos:
• ¿Por qué se utiliza un trípode
para sacar fotografías?
• ¿Qué sucedería con la fotografía
si al trípode le faltara una pata?
Invite a un alumno a leer
la siguiente cita del presidente
Ezra Taft Benson:
“La misión de la Iglesia es gloriosa: nos invita a todos
a venir a Cristo, al perfeccionarnos proclamando el
Evangelio, perfeccionando nuestra vida y redimiendo
a nuestros muertos. Cuando venimos a Cristo, nos
bendecimos nosotros mismos, y bendecimos a nuestra
familia y a los hijos de nuestro Padre Celestial, tanto a
los que viven como a los que han muerto” (véase “Venid
a Cristo, y perfeccionaos en Él”, Liahona, julio de 1988,
pág. 85).
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